Foto: Yensy Rivera
Idalberto Torres Concepción aún no sale de su asombro desde que descubrió una calabaza de 81 libras y un metro de diámetro en su parcela familiar, en Rancho Veloz, un pueblo ubicado en el municipio villaclareño de Corralillo.El joven productor supone que estas proporciones del ejemplar se deben al abono orgánico de desechos de heces de cerdo y de conejo, que recibe el calabazar cuando él limpia los criaderos.
En ocasiones anteriores Idalberto había cosechado dos calabazas de más de 20 libras, una de 40 y otra de 50, pero nunca imaginó llegar a las 80, porque jamás ha empleado fertilizante químico.
Héctor Cruz de Armas, delegado territorial de la Agricultura, explicó que esta cucurbitácea es de la variedad Iznaga, cuya semilla la entregó el doctor en Ciencias Biológicas Adolfo Rodríguez Nodals, jefe del Grupo Nacional de la Agricultura Urbana. La especie se multiplica en el municipio de Corralillo por la distribución que les han hecho a distintos productores.
El delegado precisó que esta es una variedad pequeña, y coincide con el cultivador del hallazgo en que este caso singular alcanzó tales dimensiones por el abono orgánico que recibió.
Aunque resultan sorprendentes las 81 libras del ejemplar de Idalberto, esta calabazota no es la de mayor peso que se ha reportado en nuestro diario. De hecho, en mayo pasado fue noticia una calabaza de 84 libras, 67 centímetros de largo y 1,25 de diámetro, que se obtuvo en una finca cercana al río Agabama, en la provincia de Sancti Spíritus.
Las calabazas raras constituyen una atracción mundialmente. Un ejemplar de 557,47 kilogramos y 3,9 metros de circunferencia fue la que rompió el récord, cosechada por Joel Holland, un bombero jubilado del estado de Washington, Estados Unidos.