Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

José Luis López

Tiempo extra

Hormonas

Será manido. Pero hoy recurro al tema «hormonas», con el objetivo de estampar mi total repulsa contra quienes lo emplean para mofarse de los deportistas.

Pero fíjense ustedes que hablo de hormonas —sustancias fabricadas por las glándulas endocrinas del cuerpo humano—, y no del uso de sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento deportivo, lo cual también repudio.

Y por supuesto no les extrañará que ejemplifique con la sin par pugna existente desde hace varias temporadas en la Liga Española entre los mejores futbolistas del mundo: el argentino Lionel Messi y el portugués Cristiano Ronaldo. Por eso les propongo analizar, juntos, las burlas que sus detractores vierten sobre ellos. ¡Y ojalá coincidamos en que son inmerecidas!

A saber, los hinchas seguidores del Real Madrid la emprenden contra Messi tildándolo de «enano hormonado», en clara alusión a que el rosarino, a la edad de 11 años, apenas medía 1,32 metros, la altura de un niño dos años menor. Entonces, según ha trascendido, los médicos le recetaron hormonas de crecimiento, bajo un tratamiento con levotiroxina, que más tarde incluyó inyecciones de somatropina.

Sus «censuradores» exponen que eso le ha favorecido, fundamentalmente para correr durante 90 minutos sin apenas agotarse, y sostener esa velocidad que lo convierte en (casi) incapturable por los defensores rivales.

Mientras, los barcelonistas cuestionan los ademanes de Cristiano. Por eso —y mucho más—, lo agreden verbalmente. Además le critican no solo porque siga atento a su imagen cuando aparece en la pantalla gigante al intervenir en determinada jugada, sino también cuando se sube el short y con el dedo índice les convida a mirar su cuádriceps femoral —músculo de la pierna—, o al mostrar su fortalecido abdomen en una campaña publicitaria de televisión.

Creo que Messi es un talento del fútbol, con o sin medicamentos. No soy médico, pero lo primario era el uso de ese tratamiento para ponerse «a la altura» de los chicos de su edad. Y solo su calidad le posibilita recuperar balones, transportarlos, entregarlos… y anotar tantos goles en las cabañas rivales. El Barça padece de una letal Messi-dependencia, porque él es la principal bujía ofensiva.

Y CR7, con su serio trabajo en el gimnasio —y las fructíferas hormonas que posee—, ha fortalecido los músculos que, con gratitud, la madre natura le concedió desde su nacimiento. ¿Que los exhibe y se regodea con las pantallas? Eso no es pecado. Él es, como Messi, otro delantero excepcional sobre la cancha. Corre, gambetea, cabecea y es el dueño de los balones parados en el club «merengue», al cual ha sacado de muchos aprietos.

Entonces, más allá de un triunfo del Barça o el Madrid, saquémosle tarjeta roja a todas esas burlas que nada aportan al espectáculo y deleitémonos todos con el buen trato al balón de esos dos jóvenes, capaces de levantar a cualquiera en el graderío.

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