La tecla del duende
Los seguidores de la columna en toda Cuba se cuidan, hacen lo posible por ayudar a los demás, sufren por los que ya no están. Pero sueñan con el reencuentro y hacen nuevas proyecciones para cuando podamos vencer al coronavirus.
Me cuentan que en Cienfuegos los tecleros planean reagruparse, gracias a la gestión de Tony con entusiastas de la «primera temporada» sureña. Todo se consulta virtualmente, ante la compleja situación epidemiológica en la provincia que se enorgullece de Benny y Dihígo, entre tantos grandes. Cuando tengamos listas todas las conexiones con los tecleros cienfuegueros, les informaremos.
Otros que continúan laborando en su reconexión son los amigos de Bayamo; atento está Yasel, coordinador de la época anterior. Y hasta una nueva sede pudieran tener cuando lleguemos a la nueva normalidad. De eso se ocupará Haymé.
En el centro de Cuba y capital de los tecleros, la amiga Katy piensa también en nuevas tertulias. Pero sobre todo en que los tecleros de cualquier poblado cubano se sientan conectados con la gran familia de lectores que somos, lo mismo en la gran tertulia del aniversario capitalino que en Guaracabulla, el primer domingo de julio, por solo citar dos ejemplos.
En Las Tunas están pendientes los encuentros de Manatí y San Manuel, ojalá que también se retome en el municipio de Colombia.
Pero más que foros nuevos o viejos, más que encuentros por venir, hay que buscar el modo de unirnos todos los que compartimos este espacio de jueves. El distanciamiento físico que provoca esta pandemia genera añoranzas, pero también reflexiones para muchos encuentros posteriores. Sé que se van a sumar muchos y que no habrá prisas, la salud está por encima de todo y ya convocaremos a algún encuentro para los que continúan, para los que llegan y los que llegarán.
Decía Guillermo Cabrera Álvarez a una gran amiga, el 1ro. de julio de 2007: Convoca para la Biblioteca Provincial y tú verás que la gente asiste. El sitio puede variar, tener tema, fecha y horarios también diferentes, pero las esencias del encuentro nunca cambiarán.
Malú: A cambio de tus ojos ofrezco una esperanza, tan bella y verde como tu mirada. Rey.
26
