La tecla del duende
Los números me rondan nuevamente cuando estamos a punto de iniciar junio. Guillermo Cabrera Álvarez cumpliría 78 años el día 25 de ese mes; son las primeras cifras que se asoman a mi mente y a la de varios lectores cuando comienza el sexto mes del año.
Pero en torno a esa jornada reflexiono que, al transcurrir 12 meses, estaríamos iniciando el Año Guillermiano 80. ¿Cuántas iniciativas se pueden convocar en torno a la figura de Guillermo? ¿Cuántos se sumarán en el propósito de que el Genio siga latiendo entre nosotros, multiplicado en cada uno?
Sin cifras se nos aparece el Día de los Padres, pero calcule cuántos padres cuentan entre sus homenajeados para este tercer domingo de junio. ¿Lo ha pensado? Lo invito a que cuente a todos los que quisiera felicitar.
Y entre números se avizoran los preparativos de dos fechas al centro del año. Y al centro de Cuba. Me refiero al aniversario 14 de los encuentros anuales en Guaracabulla y al 15 de las tertulias espirituanas. La situación epidemiológica nos obligará, por segundo año consecutivo, a los encuentros virtuales a través de las redes. Y los tecleros de todo el planeta compartirán sus recuerdos, renovarán las energías, se alistarán para el momento de los abrazos reales cuando emerjamos victoriosos de una batalla por la disciplina y el autocuidado.
Yayabo (esta vez) no está en la calle, con su último detalle, pero habrá conmemoraciones virtuales por los 15 que ya nos compartirán y publicaremos. Guaracabulla se resguarda, se conecta, se ilumina cuando evoca un nacimiento que fue partida; una partida que fue nacimiento.
Los fundadores no pudimos imaginar cuán lejos llegaría la ocurrente iniciativa de agrupar a los lectores de la columna desde lo central en nuestras vidas, en el centro de Cuba, al centro del año, desde el centro del día. Ni tampoco que un día estaríamos potenciando nuevas ocurrencias desde el distanciamiento físico y el cumplimiento de lo establecido para vencer a la COVID-19.
Confío en su ocurrencia. Compártala. Y descúbranos que aún hay motivos para el asombro cuando nos reunimos, aún sin vernos, para ser un tilín mejores y mucho menos egoístas.
LMN: El beso late aún en tus mejillas, se escurre presuroso, pero nunca falta. Te amo. FRR.
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