Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El Duende

La tecla del duende

Carta de Silvia

Motivada por una crónica que apareciera en estas páginas sobre un destacado educador pinareño, me escribió, desde Cárdenas, Matanzas, la profesora Silvia Alderete. Hace tiempo guardo como un tesoro su carta. Pero como solo germina lo que se comparte, hoy transcribo la caligrafía preciosa de la docente para regalar fragmentos de su misiva.

«Soy profesora de Español-Literatura de Preuniversitario, jubilada reincorporada, con 50 años en el sector educacional (…). Dedico la mayor parte del tiempo a la atención a mis alumnos, a mi preparación. Soy víctima de las críticas de familia, amigos y vecinos: “Tantos años de trabajo. Debe saberlo todo de memoria. Y para colmo lo hace gratis”. Olvidan que el maestro es además un creador, un activista social. Con esta actitud me he ganado el epíteto de Ruperto, ese personaje tan gustado del programa Vivir del Cuento, pues para todos me quedé detenida en la década del 70. Con su crónica supe que aún “pululan”, como diría Ruperto, esos valores que se formaron en mí con el verdor de los campos del Valle de Guamacaro, Limonar, donde nací y me crie discriminada por negra, pobre y campesina, y que se fueron perfeccionando durante todos estos años de Revolución; sin descontar los que me inculcaron en las aulas del Pedagógico Enrique José Varona, donde me gradué en 1967.

«Gracias (…) por dar a conocer actitudes que parecen dormidas o que son criticadas sin valorar las buenas intenciones… Silvia Alderete». Gracias a usted, Maestra, por no cejar en el empeño de hacernos «un tilín mejores y mucho menos egoístas», como pide el Poeta de la guitarra.

El niño. Se lo di todo./ Me quedé con la mano vacía./ y el niño tomó con la arrogancia/ de quien deja una parte todavía.// Lo vi llorando y enjugué sus lágrimas,/ hablé a su corazón mimosamente,/ y ni siquiera levantó su frente.// A un niño triste lo senté en mis piernas,/ tejí por él la red de un cuento./ y el niño se distrajo con el hilo del viento.// Lo levanté del suelo/ y lavé sus rodillas con ternura./ Seco de llanto y gratitud/ volvió a la travesura!// Ya ves: se lo di todo, le sequé las lágrimas,/ le inventé un cuento, le curé la herida…/ Jamás tuve del niño/ una respuesta agradecida.// Pero una tarde lo vi claro:/ Cuando el gendarme me llevaba preso,/ vino un niño corriendo y me dio beso/ (Raúl Ferrer, 1956)                                                       

GRAFITI

DD: ¿Por cuánta lluvia me cambias tu amanecer? Aparece. R

KFL: Como el poeta, no hago otra cosa que pensar en ti y no «me se ocurre nada». JS

H42: Anímate. La vida es solo un instante de partida. I21

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