Acuse de recibo
Desde Camino Tanque de la Miel, en San Rafael, municipio de Holguín, Luis Enrique Caballero denunció aquí el pasado 6 de mayo la agonía que sufren los habitantes de esa comunidad, con la acometida que da el servicio eléctrico, desde que a un vecino se le partió el cable que va desde el poste hacia su vivienda.
Entonces, decía, fue el carro de guardia, y aparentemente quedó reparada la avería. Pero a partir de ello todos los meses sobrellevan el calvario de reportar problemas con la acometida que brinda servicio a su casa y a las vecinas. En cuanto a Luis Enrique, cuando arreglaron el cable del vecino partieron el de su casa y causaron fluctuaciones de voltaje, interrupciones del servicio eléctrico, parpadeo constante de las luces y otros problemas.
La empresa eléctrica, decía, demora mucho en reparar la avería. La primera vez hubo que ir al Gobierno y al Partido en la provincia a emitir la queja, porque llevaban cinco días sin servicio, con un niño asmático al que no le podían administrar oxígeno y medicamentos, por no poder usar el nebulizador.
Por la misma causa, el pasado 28 de abril se unió el neutro con la fase, lo que le provocó tal subida de voltaje que afectó varios de sus equipos: dos computadoras, dos televisores y todas las luminarias. El servicio fue restablecido, y se emitió queja a Daños a la propiedad de la empresa. Pero uno de los técnicos señaló que no era culpa de ellos, y la subida de tensión no afectaba a los equipos.
«Esta es la fecha, decía el cliente, en que no ha venido alguien a revisar el estado de los equipos, que no hemos podido arreglar en espera de la visita… Para colmo, desde hace dos días la vecina está sin electricidad en su vivienda por la bendita acometida, y nosotros comenzamos de nuevo a ver cómo los cables echan candela por el pésimo empalme realizado».
Al insistir les dijeron que el carro de guardia había ido y no había nadie en la vivienda, cuando allí viven dos ancianos que no pueden salir, y la esposa de Luis Enrique estuvo la noche entera y la madrugada atendiendo al niño con asma.
«Para no hacer más larga la historia, concluía, tuvimos que hacer un reporte… y a esperar y rezar que no se afecte otro equipo y no perder la cordura».
Luis Enrique vuelve a escribir ahora para contar que tras lo publicado aquí de la odisea por las afectaciones causadas por los operarios, quienes partieron la acometida pegándose el neutro con la fase en horario nocturno y causando una subida de tensión que afectó varios de sus equipos, han visitado su casa varios factores y directivos de la empresa eléctrica.
«Dan explicaciones técnicas de por qué no van a reponer o pagar el daño causado, dice. Todos los directivos, incluyendo el jefe técnico y el director técnico, reconocen que la afectación la causó su entidad. Sin embargo, se agarran a determinada ley que nunca muestran para negar la reparación de los daños».
El propio 6 de mayo lo visitaron dos inspectores para evaluar los daños causados. Ya traían el dictamen hecho para firmar el documento. No abrieron los equipos. Y determinaron que la entidad no tenía responsabilidad en lo causado; a pesar de que percibieron los fusibles achicharrados de una de las computadoras y el olor a quemado en la fuente de la otra.
Según uno de ellos, añade, la fuente de la computadora se dañó por humedad; algo risible cuando no llueve en la zona desde diciembre. Hasta el río se ha secado. Reconocen culpabilidad, pero por resoluciones existentes (nunca mostraron alguna) no procedía el pago o reposición de los equipos afectados.
«Luego llegaron varios enviados por el Partido provincial, con el mismo discurso. Se llevaron imágenes del mal trabajo hecho en la acometida por los operarios y reconociendo la culpabilidad, pero sin querer pagar o reponer nuestros equipos, adquiridos a lo largo de los años con mucho esfuerzo y sacrificio».
El 26 de mayo fueron representantes de Atención a la Población de la Unión Eléctrica a decirles lo mismo y a informarles que a los trabajadores se les aplicó una amonestación pública. Y les cambiaron la acometida que destrozaron.
«El resto ha sido un derroche total de combustible para justificar lo injustificable, dice. ¿Si en el ejercicio de mis funciones destruyo o daño propiedad estatal qué me sucede? La respuesta es sencilla: soy severamente sancionado, y debo pagar el valor de la propiedad dañada. ¿Por qué si una entidad estatal daña lo mío existen tecnicismos ilógicos para evitar la responsabilidad y de paso proteger el pago por resultados de los infractores?
«Ahora la desesperación nos asola pues no contamos con los recursos económicos para afrontar tamaño golpe y solo nos queda la disyuntiva de guardar los equipos esperando tiempos mejores que nos permitan repararlos o simplemente vender lo que quedó a los talleres a ver si nos da de comer al menos», concluye.
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