Acuse de recibo
A pesar de lo que se orienta y predica, a ultranza de lo que pide la insatisfecha mesa del cubano, la terca vida es más fuerte con sus evidencias, sobre todo con la impunidad que las entidades burocráticas del sector agrícola irrespetan a los productores individuales, y se burlan de la disciplina contractual y financiera.
Una víctima más de los reiterados impagos, denunciados con frecuencia, es Onilver Hechavarría Cordoví, productor individual de calabazas asociado a la unidad empresarial de base Ernesto Che Guevara de El Dátil, y vecino del barrio Arroyo Azul, en el Consejo Popular El Dátil de la ciudad de Bayamo, en la provincia de Granma.
Cuenta el remitente que contrató su producción de calabaza con esa entidad estatal a inicios de 2023. Y él sí cumplió con lo contratado. Con muchos esfuerzos y sacrificios entregó 41 403 quintales de ese producto, para un importe total de 33 122.40 pesos.
«Y estas son las santas horas que no he recibido el dinero de la venta, manifiesta. Se esgrimen diversas razones por parte de la UEB Ernesto Che Guevara, perteneciente a la Empresa Agropecuaria de Bayamo, algunas francamente absurdas, como que el campesino no posee tarjeta magnética y esa es la causa de que no se le ha hecho la transferencia».
Señala el remitente que tal argumento obvia «que nuestros aguerridos hombres de campo todavía no están familiarizados con las tecnologías modernas, y mucho menos con las últimas disposiciones de la bancarización».
El productor agrícola cuestiona: «¿Por qué no se alegó esto desde el inicio? ¿Por qué en otras ocasiones se utiliza el cheque o el pago en efectivo? ¿Por qué complicarle la vida a los que ponen todo su empeño en servir la mesa del cubano?».
Ante tales problemas que desestimulan al productor y fomentan el desorden y la indisciplina en el sector agrícola, Onilver considera que al final nadie explica las razones de por qué los precios de los productos agrícolas suben más, ni por qué el campesino se ve precisado a sortear a Acopio y a las instituciones del Estado para obtener el pago de las producciones fruto de su sudor, de una manera más expedita.
«Nuevamente el tan publicitado contrato es letra muerta», sentencia Onilver. Y solo desea que le paguen lo que le deben. Así de simple desde su óptica individual de productor insatisfecho. Pero así de complejo es el desafío, desde el imperativo urgente de incentivar la producción agrícola del país cuando la mesa del cubano está tan tensa, carencial e insatisfecha.