Acuse de recibo
Hay males que son retadores al paso del tiempo, haciéndonos la vida más difícil, fea y maloliente de lo que en realidad es. Como una maldición insoluble.
Hace nada más y nada menos que 15 años, exactamente en la edición del 23 de julio de 2008, Roberto Molina, residente en Pedroso 237, apto 2, entre Pasaje B y Final, en el municipio capitalino de Cerro, denunció aquí que el vecindario sufría el descargue de las aguas sucias.
La causa, explicaba, era la tupición de los registros de Pasaje A y Pedroso, y Pedroso y Pasaje B. Se destupían, explicaba, y al poco tiempo volvían a hacer de las suyas las aguas albañales.
Y ahora me escribe Mariela Molina Rodríguez, la hija de Roberto, para reiterar que las aguas sucias se desbordan desde la esquina del mismo edificio donde viven.
«Ya no aguantamos con las condiciones críticas en que se encuentra la calle con los vertimientos de aguas albañales, que contaminan la cisterna del inmueble. No se puede llegar a la casa por nuestra calle. Hay que dar la vuelta a la manzana. Moscas, contaminación en todos los sentidos, foco de infección. Tengo un niño con una enfermedad de Crohn que corre más riesgo.
«¡Por favor, necesitamos solución ya! Cada trabajo que han hecho no sirvió. A medias lo dejan por miles de excusas… Y seguimos en las mismas», concluye.
Y acompaña su carta con una foto deprimente de esas aguas turbulentas, muy parecidas a las que su padre denunció hace 15 años. Es como si el tiempo no pasara. Están tupidos los desagües… y algo más.