Acuse de recibo
El holguinero José Manuel Casañas Reyes ha agotado muchas vías para resolver este problema, que no solo lo afecta él, sino también a sus vecinos. Día a día, las máquinas de alquiler con destino a Chaparra-Puerto Padre se aglomeran en la avenida 26, esquina a 28, en Velasco, Gibara, y el caos: ruido, incomodidad y otros perjuicios son bastante molestos para quienes allí habitan.
Por más de tres años —narra el remitente— los vecinos de la estrecha calle 28, que es de entrada y salida, han sufrido que estos carros de pasaje se peguen a los límites de las viviendas esparciendo humo, bulla y música a altos niveles. El desorden comienza desde horas de la madrugada. «Se han dado los casos de que se orinan y hacen otras necesidades fisiológicas a cualquier hora del día; la basura se acumula y como no es una calle principal, Comunales no es responsable de su limpieza; por lo que es muy poco lo que las familias pueden hacer. A todo esto se suma la gritería de un llamador que actúa como “gestor de pasaje”», se duele el gibareño.
Esta situación, apunta el lector, es vista a diario por inspectores y autoridades locales y no sucede nada al respecto. También se ha planteado con frecuencia en las rendiciones de cuenta del Poder Popular; ha sido informada a la Dirección de Transporte, el Gobierno municipal, Fiscalía, diversas oficinas de atención a la población y hasta en instancias provinciales. ¿Resultado? Promesas, dilaciones, peloteos…
José Manuel (Ave 26 No. 2914, Velasco) no aboga, por supuesto, por quitarse ellos el problema de encima y que lo adosen sin más a otra zona de la localidad, sino porque se reflexione para ubicar esa función de piquera en un espacio más idóneo. ¿Será tan complejo hacerlo?
«¿Tarjeta magnética por gusto?», nos preguntábamos en este espacio el 25 de agosto pasado, al reseñar la misiva de Idania Rodríguez Fernández (Máximo Gómez No. 227, entre Martorell y Norberto de Armas, Colón, Matanzas), quien poseía desde hacía cuatro meses una tarjeta magnética para el cobro de su jubilación que no había podido usar.
El Instituto Nacional de Seguridad Social (Inass) en el municipio no había logrado cancelar su chequera, «porque dicen que no tienen el programa en la computadora para realizar la operación», evocaba la veterana.
Al respecto, contesta Horacio R. Navas Fernández, desde la presidencia del Banco Popular de Ahorro. Apunta el directivo que «no obstante lo que se señala de que la dependencia del Inass confrontaba dificultades (…), la causa de la demora en habilitar la tarjeta de la compañera Idania es atribuible a un deficiente desempeño de la trabajadora que la atendió en la Sucursal del Banco Popular de Ahorro en el citado municipio, que no cumplió con los procedimientos establecidos por el Banco para notificar al Inass el cambio de medio de pago».
A la empleada responsable del incidente, incorporada recientemente a laborar en la entidad, se le aplicó «una amonestación pública ante el colectivo (…) con la consiguiente afectación al pago por resultados y la estimulación, y se le indicó una capacitación más rigurosa para desempeñar su puesto de trabajo», precisa el funcionario.
Y concluye su misiva afirmando que Idania, quien tenía razón en el planteamiento, fue visitada en su hogar, se le ofrecieron las correspondientes explicaciones y se aceleró el trámite con el Inass para que comenzara a cobrar por la tarjeta a partir de octubre. La respuesta, que mucho agradezco, llegó a JR el 13 de septiembre último.
El problema que cuenta Luis Orlando Herrera Jáuregui (Calle Menéndez Peláez No. 52, entre Artimes y Ferran), Cumanayagua, Cienfuegos) puede parecer muy sencillo, pero se le torna harto complejo.
Hace alrededor de dos años compró Luis una línea telefónica en la oficina de Etecsa en su municipio. Al unísono trató de realizar el contrato para el servicio de correo Nauta en su dispositivo; pero allí le dijeron que era imposible, pues «otra persona había utilizado mi carné de identidad y eso no tenía otra alternativa».
Resulta que él, tiempo atrás, admitió que una compañera de trabajo empleó su carné para instalarse el correo, pues en el momento del trámite había olvidado el de ella. Luis ni imaginaba entonces la complejidad del asunto y, además, él ni siquiera tenía teléfono entonces.
Pero ahora resulta que la señora que utilizó su carné no está en Cuba, y él, que es el único e intransferible titular de esa identidad, desea abrirse el correo. ¿Cómo es posible que no pueda hacerlo? ¿Quién le explica?