Acuse de recibo
Ricardo López Ledón (calle 62 No. 3507, entre 35 y 37, San Antonio de los Baños, Artemisa) es licenciado en Geografía, graduado en la Universidad de La Habana, y labora en el Instituto de Investigaciones del Tabaco (IIT) como observador-revisor meteorológico. Por suerte, vindica el magisterio, cuando otros esquivan esa noble profesión. Está contratado como profesor de Geografía en octavo grado en la secundaria básica Rafael Valdés Pérez, de San Antonio de los Baños. Y años atrás impartió docencia en las enseñanzas preuniversitaria y universitaria.
Cuenta que la Dirección Municipal de Educación de San Antonio de los Baños le impidió contratarse como profesor de Biología en décimo grado en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Mártires de Humboldt 7, basada en una resolución del Ministerio de Educación que prohíbe la doble contratación a tiempo parcial para impartir clases, salvo excepciones bien justificadas.
Ricardo explicó que su trabajo en el IIT es en días alternos. Además, a quienes en esa institución imparten docencia les autorizan a ausentarse dos media jornadas cada semana, porque ya es una tradición en este centro contribuir a la docencia en el municipio, y responder así a un llamado del Partido en el territorio de suplir la falta de profesores en las aulas.
Él dice sentirse frustrado ante lo que califica una «inflexibilidad» de las normas vigentes. Y solicita que se considere la excepcionalidad para quien, como él, tiene condiciones y capacidad para asumir dos contratos.
«Es vergonzoso que haya alumnos sin recibir clases y existan profesores como yo, dispuestos a cubrir ese vacío que ahora está afectándolos, y quizá continúe así por un tiempo. En mi municipio todos me conocen, porque hace varios años estoy en las aulas e impartiendo conferencias de Cambio Climático, Meteorología y Sismología. Mis padres fueron maestros. De ellos aprendí el amor al magisterio, aun cuando no estudié esa especialidad en la Universidad. Ellos están de acuerdo conmigo en que esta situación pudiera tener otra solución más positiva y menos impositiva e inflexible», concluye.
Richard Clenton Leonard (avenida 43, no. 9010, entre 90 y 90 A, reparto Santa Felicia, Marianao, La Habana) manifiesta «una mezcla de indignación e impotencia» por la indiferencia que percibe en el punto de Etecsa del Centro de Negocios de Miramar, donde existe un salón de 50 máquinas para navegar en internet.
Aclara ante todo que el servicio que las compañeras dispensan a la población que acude allí, más amable, eficiente y profesional no puede ser. Lo inaudito es que, hace unos tres meses hizo una crítica en el libro de quejas y sugerencias de esa entidad pública, cuando había nueve máquinas fuera de servicio. Y nunca le respondieron. Y el 9 de octubre, cuando volvió, de 50 máquinas 21 estaban fuera de servicio. Eso significa, añade, que además de la cola para comprar la tarjeta de navegación, hay que hacer otra cola para esperar que se desocupe alguna máquina.
«Dicho sea de paso, enfatiza, a muchas de esas máquinas tampoco les funcionan los puertos USB. ¿Qué es esto en un lugar como ese? ¿Por qué tanta indolencia e indiferencia de una empresa élite en este país?», se pregunta.
Pedro Julio García Bellini (calle 1ra. del Oeste 37, entre 1ra. y 2da. del Norte, Placetas, Villa Clara) cuenta que recientemente una amiga compró una línea de Cubacel con una tarjeta USIM (superior a las anteriores tradicionales SIM), allí en Placetas.
Y junto con la compra de la línea le entregaron una infoguía que explica las ventajas de la USIM respecto a la SIM. El documento dice: «Si ya tienes una línea, puedes solicitar el cambio de tu tarjeta SIM a USIM en una de nuestras oficinas comerciales sin ningún costo la primera vez». Especifica también que para el cambio de la tarjeta USIM, por deterioro o pérdida, la tarifa es tres CUC/ tres USD.
Sin embargo, refiere, cuando otra amiga acudió a la oficina de Etecsa de ese municipio para solicitar el cambio de línea le dijeron que debía abonar tres CUC. Ella le enseñó lo que dice la infoguía, pero la respuesta fue: debe abonar los tres CUC. Pedro Julio llamó personalmente a Atención al Cliente y le dieron la misma respuesta.
«Ahora me pregunto si fue un error de impresión o Cubacel cambió de idea y decidió cobrar de todas maneras», se cuestiona el cliente.