Acuse de recibo
En un país donde los jóvenes acuden cada vez más al tatuaje en sus cuerpos, a veces por ocurrencia generacional, y a veces por propósitos artísticos más relacionados con el «body art», a tono con la moda universal, los muchachos se encuentran con muchos prejuicios y barreras que tipifican a las personas por el dibujo en su piel y no por su alma y espíritu.
Yolanda Hernández Francia (edificio 29, apto. 6., reparto 26 de Julio, Sagua la Grande, Villa Clara) cuenta que en el municipio donde reside están solicitando jóvenes con porte y estatura adecuados para laborar en un futuro inmediato en el turismo, ya que se está reparando un hotel que hay en la localidad, y también se prevé abrir otro en Cayo Esquivel.
Refiere Yolanda que su sobrino está entre los solicitantes que se presentaron en la Dirección Municipal de Trabajo para acceder a dichas plazas. Y no fue aceptado por tener tatuajes. «Yo quisiera que me aclararan dónde está legislada tal prohibición», cuestiona Yolanda, y asevera que en Cuba un gran número de muchachos lleva esa marca de la época.
Y Yaniel Respall Valdivia (calle Charles Morell 8, Sibanicú, Camagüey) relata que es instructor de arte en la especialidad de Artes Plásticas y, como tal, ha intentado por la vía legal adquirir una patente para ejercer el oficio de tatuador por cuenta propia. Pero no se lo permiten en la Dirección Municipal de Trabajo.
El argumento es que no está contemplada esa actividad entre las autorizadas. Él ha intentado con la jefa de la Empresa de Servicios para que le arriende un local en desuso con vistas a ejercer dicho oficio; pero no puede ser, al no tener él la patente para ello.
«Los especialistas que atienden el desarrollo del trabajo por cuenta propia no tienen una respuesta, afirma, y nunca falta un inspector para, desde que empiece, ponerme una multa. ¿Acaso el tatuaje no es arte en nuestro país? ¿Será que los tabúes son más fuertes que las manifestaciones del arte, aquí en Sibanicú?».
Yaniel solicita un esclarecimiento de su duda, pues asegura que en otras partes del país el oficio de tatuador se realiza normalmente en lugares céntricos, en locales con muy buenas condiciones higiénicas.
«Hace unos días me conecté a internet, refiere, a buscar artículos sobre tatuaje en Cuba, y hay mucha tela por donde cortar: va desde decomisos y termina en devolución de cosas. Según lo que leí, la Asociación Hermanos Saíz se reunió con el Ministerio del Trabajo y llegaron a un acuerdo. Ahora, si se hizo oficial o no, quién sabe; lo cierto es que las trabas continúan».
Yaniel pide una explicación convincente porque, entre otras razones lógicas, la demanda de tatuajes en la población joven crece, y no aprobar esa actividad es dejar en la ilegalidad algo que, irremisiblemente, va a seguir registrándose de manera furtiva, sin que los tatuadores adquieran obligaciones y compromisos con el Estado y la sociedad ni paguen sus tributos al fisco.
Reiniel Fernández Reina (calle L s/n, entre Fernando Callejas y José María Agramonte, Ciego de Ávila) es un joven de 21 años que tiene varios problemas de salud, entre ellos una prótesis ocular en el ojo derecho, y del izquierdo ve muy poco.
Se presentó en la sede de la Asociación Nacional de Ciegos y Débiles Visuales (ANCI) en Ciego de Ávila, para intentar ingresar a esa organización. Lo enviaron para la consulta del hospital provincial Dr. Antonio Luaces Iraola. Y la respuesta del médico siempre es la misma: no cuentas con los parámetros establecidos para ingresar a la ANCI.
«¿Tengo que perder la visión total para ser asociado a la ANCI?», pregunta Reiniel.