Acuse de recibo
Elio Domínguez, vecino de calle 49 interior B, en Nueva Gerona, Isla de la Juventud, se pregunta por qué se continúa permitiendo que personas que cumplen funciones públicas no atiendan o no den las respuestas adecuadas a inquietudes y planteamientos expresados por la población.
Convencido de la importancia de tender puentes entre los ciudadanos para encarar entre todos las exigencias de construir una sociedad que se levanta sobre el pilar de una participación amplia y consciente, el lector propone que quienes se desempeñan en funciones de servicio a la sociedad, y en particular aquellos que ocupan cargos electivos y renovables, rindan cuentas de manera sistemática acerca de su gestión y que se les exija por ello.
Aunque el espacio de las rendiciones de cuenta del Poder Popular puede ser muy útil a este fin y no siempre resulta aprovechado, resintiendo la labor de los representantes del pueblo en la base, el postulado de rendir cuentas puede concretarse también de otros modos, con un mayor alcance social y multiplicador. Así —razona Elio—, los servidores públicos a nivel municipal podrían realizar comparecencias por la radio o por la televisión local una vez al mes, para brindar respuesta a las quejas y planteamientos y esbozar estrategias de trabajo que vayan delante de los problemas.
Ello no solo mantendría más informada a la población —agrega—, sino que compulsaría a investigar mejor los planteamientos y brindar respuestas adecuadas e integrales.
Considera que, de igual manera, aunque sea cada dos meses, esa misma práctica podría hacerse a nivel provincial, y sugiere que a nivel nacional debería realizarse aunque sea dos veces al año, en el propósito de presentar una evaluación de la gestión y respuestas a los planteamientos de las entidades subordinadas a dicho escalón, lo cual serviría también como un elemento de control y exigencia. En este sentido resulta valiosa la experiencia de televisar las sesiones del Parlamento cubano en que funcionarios del más alto nivel ofrecen detalles de la gestión de las instituciones que dirigen.
A los pasos que en este sentido puedan darse Elio les concede mucha significación. Él considera que el inadecuado tratamiento a quejas que se hacen públicas a través de los medios de prensa revela la poca deferencia que algunos conceden a los criterios de la ciudadanía. Para él, lo que ocurre con el acto de no responder o hacerlo de manera justificativa refleja, entre otras cosas, que determinados organismos no están debidamente organizados para poner al ciudadano en el centro de su gestión. Un resultado visible de ello es que muchos de los implicados no leen, escuchan o ven lo que se publica, no se enteran con profundidad de esos planteamientos o no les prestan la mayor importancia.
La vocación de servir a otros demanda una entrega ardua y cotidiana, y es una actitud que se yergue sobre el amor —capaz de mover a los revolucionarios, decía el Che— y el deseo de revisar de modo sistemático y autocrítico lo que hacemos. Podrá antojarse a algunos como un capital que escasea, pero la vida dice que puede llegarse a él trabajando, dando el ejemplo, organizándonos mejor, formando, educando…
Y hoy la reflexión de un cubano como Elio Domínguez puede estar alertándonos sobre debilidades que tiene nuestra institucionalidad.
La sociedad cubana requiere más que nunca, para avanzar, de una democracia popular que se renueve constantemente. Bienvenido el análisis de aquellas iniciativas que procuren enriquecerla y potenciarla, pues podrían contribuir a dar un sello más participativo a los necesarios cambios que la Revolución está llevando a cabo.