Acuse de recibo
El pasado 12 de agosto reseñé la queja de Leticia Cintado, residente en Pedro Betancourt, provincia de Matanzas, y madre de una joven doctora que se encuentra cumpliendo misión en la hermana Venezuela.
A Leticia la hija le dejó la autorización para usar la tarjeta magnética con 30 por ciento de rebaja, que facilita al colaborador comprar en las tiendas recaudadoras de divisas. Después de larga espera, la tarjeta se recibió el pasado 23 de junio, en la sucursal 3721 de BANDEC en Limonar, cuando debió haber llegado a la sucursal 3701 de Pedro Betancourt.
La madre fue a Limonar el 30 de junio a recoger la tarjeta y no se la entregaron porque, además, tenía un error en el número del carné de identidad: habían mezclado el número de Leticia con el de la hija. Y ello generó una larga cadena de trámites y esperas. Lo cierto es que cuando me escribió, la madre aún no había podido disfrutar del beneficio de la tarjeta del 30 por ciento…
Al respecto, responde la doctora Yiliam Jiménez Expósito, directora de la Unidad Central de Colaboración Médica (UCCM) del Ministerio de Salud Pública, que se realizó una investigación exhaustiva del caso, se visitó a Leticia en su domicilio, y en Venezuela a su hija colaboradora.
Se verificó que los problemas con la tarjeta del 30 por ciento se debieron a tres errores. El primero lo cometió la propia colaboradora, al llenar de forma inadecuada el documento oficial para que su beneficiaria pudiera usar la tarjeta de estímulo. Puso incorrectamente el número de carné de identidad de su progenitora.
Afirma Yiliam que «enmendar el error de la planilla que llena el colaborador es un trámite personal, que se realiza cuando este vuelve a llenar la planilla en Venezuela, o cuando viene a Cuba y se presenta ante la sucursal bancaria correspondiente».
Precisa que en función de favorecer que los familiares reciban este beneficio, en lo que va de año la UCCM, junto a la Misión Médica en Venezuela, han reparado 3 800 planillas con errores en su confección por parte de los colaboradores. Y este proceso se torna complejo, pues debe localizarse al cooperante en lugares apartados de la geografía de ese país. Para minimizar problemas en el llenado de las planillas de los beneficiarios, se han dado entrenamientos, explicaciones y hasta un manual.
El segundo error fue en la UCCM cuando, al llenar la documentación, se cambió el código de la sucursal bancaria municipal que correspondía, pues se utilizó el anterior a la nueva división político-administrativa del país a raíz del surgimiento de las provincias de Mayabeque y Artemisa.
Ello provocó —señala— que la madre de la colaboradora tuviera que trasladarse hasta Limonar, asunto que mereció un señalamiento crítico al funcionario que ejecutó la operación; teniendo en cuenta que el mismo realiza diariamente más de 600 de ellas y hasta entonces no había incurrido en falla alguna.
El tercer error fue la inadecuada respuesta de la jefa económica del Departamento Provincial de Colaboración en Matanzas, «quien no orientó bien a Leticia, ni ayudó a acelerar la solución del problema, favoreciendo el peloteo en el trámite», apunta. La Dirección Provincial de Salud la removió de su responsabilidad, por esta y otras dificultades en su desempeño.
Explica Yiliam que para implementar el nuevo sistema de pago a los colaboradores de la Misión en Venezuela, hubo que ajustar una serie de procedimientos tanto en la UCCM como en los bancos. «Dicho proceso —apunta— comenzó con un nuevo diseño del sistema informático en ambas entidades, que ha implicado conciliaciones diarias y semanales. Hubo que abrir más de 43 mil cuentas, tanto a colaboradores como a sus beneficiarios; en un complicado proceso de llenado de planillas en el cual, por distintas razones, se cometen errores que implican el envío de las mismas a la Misión en Venezuela y su retorno nuevamente al país, pues son documentos legales que debe llenar cada colaborador».
Y tal conciliación ha permitido detectar errores que han impedido la apertura en tiempo de las cuentas a cada colaborador: fallos en el llenado de las planillas de las tarjetas del 30 por ciento, carnés de identidad con 10 o 12 dígitos, nombres y apellidos con abreviaturas, direcciones particulares incompletas, montos de dineros no definidos.
También se dan casos de designados, propuestos por los colaboradores, que tenían una cuenta de ahorro anterior en el Banco, y no coinciden los datos primarios, por lo cual no se les puede abrir esta como beneficiarios.
Manifiesta Yiliam que estas dificultades, entre otras, han provocado que tengan que devolver planillas a la Misión en Venezuela, la cual las distribuye por los 24 estados de esa nación, y luego las envía a la UCCM, donde se indica nuevamente el procedimiento con el Banco.
Volviendo al caso de la hija de Leticia, ya su planilla fue reparada en Venezuela y llegó a la UCCM el 15 de agosto, para iniciar con el Banco el proceso de reparación y finalmente la entrega de la tarjeta del 30 por ciento. «Para ello —refiere—, hemos viabilizado con las autoridades bancarias la solución del caso, pues el período establecido por estas entidades para la confección y traslado de las tarjetas y de las claves, que por seguridad bancaria se hace independiente, demora habitualmente de dos a tres semanas».
Finalmente, asegura que «las afectaciones que puedan tener y aún no hayan sido resueltas, tendrán solución con la entrega del estímulo que corresponde. Continuaremos perfeccionando el sistema de atención al colaborador y sus familiares para evitar que hechos como este se repitan; dando garantía de que no faltará esfuerzo en nuestro colectivo, pero comprendiendo que se requiere de una mayor celeridad y eficiencia de todos los que intervenimos en el proceso ».