Acuse de recibo
La siguiente historia demuestra que muchas deficiencias en la atención médica no tienen que ver con problemas de recursos, y sí de organización y falta de acometividad.
José Alberto Alsina (Lino Pérez 177, entre Frank País y Pedro Zerquera, Trinidad, provincia de Sancti Spíritus) presenta fuertes dolores en la cervical y en la columna, y visitó el Hospital Camilo Cienfuegos de la capital provincial. El ortopédico le diagnosticó la enfermedad Espondilitis Anquilosante, un reumatismo inflamatorio crónico que interesa de forma predominante la columna vertebral, el tórax y la pelvis, y también puede afectar articulaciones periféricas.
El galeno lo remitió a Reumatología. Y como Alsina reside en Trinidad, se dirigió al Policlínico 1 de esa ciudad para sacar un turno con la doctora Mercedes, la reumatóloga del municipio. Allí le dijeron que ella estaba de vacaciones y no se incorporaba hasta septiembre. El paciente fue paciente, y cuando volvió en septiembre, le comunicaron que la reumatóloga tenía a su papá grave y no estaba laborando. Alsina lo comprendió, puede sucederle a cualquiera. Entonces, fue al hospital de Sancti Spíritus y sacó un turno: el reumatólogo de allí le atendió y diagnosticó lo mismo que el ortopédico de la primera vez. Lo remitió a la reumatóloga de Trinidad, para que lo atendiera y diera seguimiento, pues la dolencia lleva unos medicamentos que se venden controladamente, por tarjetón, en la farmacia.
En noviembre, Alsina retornó al Policlínico 1 para sacar turno con la reumatóloga. Le informaron que la doctora se encontraba de certificado, convaleciente de una operación, y no se sabía cuándo comenzaba a laborar.
A principios de diciembre, Alsina se personó en casa de la reumatóloga y ella le informó que pensaba reincorporarse después del 12 de diciembre. El hombre comprendió la situación, y el 13 de diciembre volvió al Policlínico 1 a sacar turno. Le dijeron que todavía la reumatóloga no se había reincorporado.
Entonces —y ahora viene lo que no puede entenderse—, Alsina le preguntó a quien da los turnos que si los casos de la doctora Mercedes no podían remitirlos para Reumatología en la capital provincial. Y aquella le dijo que no, a más de asegurarle que no tenía conocimiento de cuándo se incorporaría la reumatóloga de Trinidad. Le dijo más: que debía esperar a enero de 2011 para ver cuándo obtenía un turno.
«Mientras tanto, refiere, tengo que seguir con la crisis de cervical y los dolores en piernas y rodillas, sin recibir el tratamiento. ¿Por qué la Dirección de Salud no resuelve esa situación? Si la doctora, por causas justificadas, no ha podido dar consultas, ¿no se puede solicitar ayuda a la provincia para que todos los casos puedan atenderse en Sancti Spíritus? ¿Es que acaso no tenemos suficientes especialistas que puedan resolver esta situación en nuestro país, donde se gradúan cada año tantos médicos? ¿Por qué?».
Idealiza Taimy Machado Conte (Línea 138, Reparto Casa de Piedra, Las Tunas) llegó el 21 de diciembre pasado al policlínico Manuel Piti Fajardo, de esa ciudad, con una migraña severa, que venía aquejándola hacía más de una semana.
Y desde que vio al médico que la atendería, con sus ademanes, gestos y forma de hablar, la paciente intuyó que estaba frente a una persona descomunal en lo profesional y en lo humano. La miraba a los ojos y con mucha atención cuando ella hablaba, le tomó la presión arterial. La tenía alta, y le indicó medicamentos para ello. Le explicó, sin el apuro de salir de ella.
«Pero lo que más me llamó la atención, señala, es el amor con que trata a los pacientes, la comunicación que establece con ellos, la ética profesional y el correcto vocabulario que posee. Ese tipo de persona enseguida se distingue. Por lo menos las dos horas y 20 minutos que estuve allí, fui más que observadora y obediente. Me sentí bien tratada. Personas así, solo con su forma correcta y su amor, logran que uno se sienta bien. El médico se llama Ulises Rodríguez Martínez. Mucha salud para él y otros que hacen lo posible y lo imposible por aliviar y curar, por salvar vidas».