Acuse de recibo
Orlando Cruz, trabajador del mercado agropecuario de Báguanos, y vecino de La Represa, en ese municipio holguinero, asegura que en lo adelante su corazón infartado no dejará de percibir los latidos de tantos corazones nobles que le salvaron la vida.
El pasado 23 de mayo, a las 6.30 a.m., Orlando sintió una ráfaga en el pecho, que a la postre resultó ser un infarto cardíaco. Y de inmediato todo fue tan ágil, que solo al llegar a su hogar, cinco días después, pudo comprender el engranaje de solidaridad y ternura de tantas personas, por las cuales vale la pena hacer lo que haya que hacer.
Pachy, el chofer del Gobierno municipal, que haciendo malabares con la gasolina de su carro, logró llevarlo rápidamente hasta el hospital Tamara Bunke, de la localidad. En el Cuerpo de Guardia de aquel centro fueron tantos que se supeditaron a su alrededor, incluso personal que no estaba de guardia ese domingo, como el doctor Vidal. Y los de la ambulancia que lo trasladó al Hospital Lenin, de la ciudad de Holguín, que le daban aliento y confianza, además del tratamiento profesional. En el Cuerpo de Guardia del Lenin, en Urgencias, una atención de primera y sensible. Luego. En la Sala de Cuidados Intensivos de Coronaria, así como en Recuperación, hicieron derroche: médicos, enfermeras y personal de apoyo, le hicieron sentir como en familia. En momentos tan difíciles, allí estaban a su lado los compañeros de trabajo, solidarios con la familia.
En fin, reflexiona Orlando:
«¿Cómo es que un obrero simple, como yo, sea depositario de tantas atenciones? Es que la sociedad en que vivimos, aun con todas sus imperfecciones, tiene como esencia la solidaridad. Nos ha enseñado a comprender que el ser humano es lo importante. Concepto sencillo en apariencias, pero desconocido en otras latitudes donde es el dinero quien traza las pautas de la vida y de la muerte. Ahora comprendo mejor que antes que vale la pena vivir, para seguir luchando por perfeccionar una obra como esta, para legársela a las futuras generaciones. ¡Gracias a todos! De corazón, desde este corazón que no dejaron desfallecer».
Vanesa Sánchez (Laborde 26203, entre Navia y Rieche, Versalles, Matanzas) no vive tranquila desde que al lado de su hogar instalaron un Rápido, de la corporación CIMEX, que al aire libre y las 24 horas del día ensordece a los vecinos impunemente por el exagerado volumen de la música que exhala.
Señala la atormentada mujer que, desde hace unos meses, personas que evidentemente no trabajan frecuentan a altas horas de la noche el Rápido del escándalo, cuando salen de centros nocturnos y buscan «el estribo». Cantan, gritan, dan golpes en las mesas y forman riñas.
En reiteradas ocasiones, confiesa la lectora, se ha quejado a distintas instancias gubernamentales, ante otras autoridades y el CITMA; se ha entrevistado personalmente con el gerente de la Sucursal CIMEX Matanzas, y lo ha planteado en asambleas de rendición de cuentas del Poder Popular. Y nada cambia.
Todo sigue en terreno de nadie, y para Vanesa es lamentable que diversas autoridades en Matanzas no hayan hecho nada para solucionar esa falta de respeto y consideración con los vecinos. Ella sostiene que si el argumento es incrementar las ventas, tal razón es totalmente absurda, pues «en Varadero, mayor polo turístico y de ingreso de divisas del país por servicios a clientes internacionales y nacionales, no se escucha después de las dos de la madrugada ningún escándalo, excepto en centros que tienen las condiciones para brindarlos hasta más tarde, pues son techados y con aire acondicionado, lo cual disminuye el ruido en gran medida».
Lo más triste de todo es que lo que sufre Vanesa ya se ha hecho común, en muchos lugares del país…