Acuse de recibo
El 22 de octubre de 2008 esta sección reflejó el alerta de Teresa Gutiérrez, vecina de San Pablo 464, entre Coco y Clavel, en el municipio capitalino del Cerro: un tanque elevado de agua de la fábrica de refrescos Caribe (antigua Materva) se encontraba en pésimas condiciones y amenazaba con desplomarse.
La misiva de Teresa, suscrita por 21 vecinos más, sostenía que, a pesar de las reparaciones hechas en diferentes años, ya el tanque constituía un peligro para quienes habitan esa cuadra.
Al respecto, respondió Andrés García Sanz, director general de la Empresa de Bebidas y Refrescos de Ciudad de La Habana, quien señala que en 2005 se realizó un diagnóstico a dicho tanque por el Centro de Investigaciones Aplicadas. En el mismo se especificaba que la estructura soporte del recipiente presentaba un estado técnico satisfactorio, aunque recomendaba alguna reparación del mismo.
Refiere el director que después de contactar con más de seis entidades para acometer esa labor, finalmente la asumió la brigada 25 del Contingente Blas Roca Calderío. Y se certificó la calidad de los trabajos, aunque no concluyeron la pintura de la parte inferior del depósito por no contar con los medios para ello.
A partir de lo publicado aquí, prosigue, se creó una comisión que se entrevistó con Teresa y otros vecinos. Muchos de estos sí reconocen que el tanque fue reparado, pero albergan el temor de que no resista los embates de los feroces huracanes que nos están azotando en los últimos años.
Así, solicitaron un nuevo dictamen técnico a la Dirección de Planificación Física del Cerro, la cual se realizó el 7 de octubre de 2008. El análisis arrojó que el estado físico del tanque es bueno, y recomendó concluir con la pintura antioxidante en las cuatro bases del mismo, hasta una altura de cuatro metros.
En su respuesta a esta sección entonces, García Sanz aseguraba que el jefe de la brigada 25 del Blas Roca se había comprometido con que realizarían esos trabajos de pintura en noviembre pasado.
Mucha demolición, escasos equiposEl 17 de septiembre de 2008 reflejé aquí la inquietud de Prisco Barroso (Luis Estévez 424, entre Figueroa y D’ Strampes, Santos Suárez, Ciudad de La Habana) acerca de la demora (más de un mes) para recoger los escombros de una demolición efectuada cerca de su casa, que obstruía el libre curso de las aguas cuando llovía.
Contrastaba Prisco que ante la cercanía del huracán Gustav se movilizaron una potente pala frontal y varios camiones, que en minutos despejaron todo. «¿Por qué esperar a momentos críticos mientras el sistema de alcantarillado colapsa con los escombros de demoliciones, reparaciones, podas y tarecos?», preguntaba finalmente el lector.
A propósito responde Manuel Burón, director de Micro Social en la capital, quien ratifica que ya los trabajos se habían hecho, y al mismo tiempo trata de esclarecer las dudas del remitente.
Refiere Burón que «sin que constituya motivo de justificación alguna la demora en la realización de esos trabajos, la situación se produce con frecuencia, motivada por el incremento sistemático de las demoliciones provocadas por los fenómenos atmosféricos, que no pueden postergarse por el peligro que representan para la vida de los ciudadanos».
Añade el funcionario que esas demoliciones generan volúmenes de escombros para los cuales el parque de vehículos es insuficiente, con un alto grado de deterioro e interrupciones sistemáticas que agravan aún más el problema.
«No obstante —apunta— es una constante preocupación de la dirección de nuestra entidad y de los directivos de SECONS (Servicios Especializados de la Construcción), tratar de mejorar la técnica de que disponemos, para cumplir con los planes y las situaciones excepcionales que se generan a diario».