Acuse de recibo
Cuando ya los creíamos exterminados, retoñan como verdolaga en muchos servicios los molestos cuadres de caja y cambios de turno que implican un apagón total de la atención al cliente, una hora cero que no cree en nadie.
Preocupado por este «virus», escribe Julián M. Rodríguez, desde Loma número 31, entre B y C, reparto Mendoza del municipio capitalino de Arroyo Naranjo. El lector cree ver en ese maldito auge, el peligro de que se vaya institucionalizando una práctica ajena a la excelencia y la devoción al cliente, sentido de cualquier actividad comercial y de servicios en cualquier parte del mundo.
Nos alerta de esos carteles: «Cerrado por inventario», que te clausuran la ilusión a las puertas de cualquier establecimiento comercial o gastronómico en pleno horario de servicio. O los cuadres de caja donde todos «cuadran» el negarte la atención a esa hora. ¿Qué decir de ese instante en que las empleadas de una farmacia te viran la espalda porque es el cambio de turno y deben contar los medicamentos en existencia, uno por uno, casi tableta por tableta, y tú desesperado por adquirir el que requiere un familiar tuyo con urgencia, prescrito por el facultativo.
Ah... en los servicentros puede llegar el camión cisterna a abastecer de combustible a las doce del día, y tendrás que esperar por lo menos una hora en cola hasta para llenar el tanquecito de una frágil Babetta.
Es el síndrome de la paralización: quien ofrece el servicio supedita a quien lo recibe —llámese cliente o usuario— a sus logísticas internas, nada lógicas. Se ha extendido sobremanera: en una arteria de la ciudad comienzan a hacerse trabajos de pavimentación a las ocho de la mañana, y no de madrugada, cuando menos perturban. O empleados de limpieza que, a las 10:00 a.m., lustran el vestíbulo de una dependencia pública con gran afluencia de ciudadanos.
Ya el colmo son los que hacen matutinos y mítines relámpagos o truenos, a la hora en que ya debían haber abierto la unidad a los clientes. O quienes comienzan a preparar su puesto de trabajo precisamente con el horario de apertura.
Julián recuerda que tradicionalmente, muchos trabajos y operaciones se hacían en horarios en los cuales se interfería lo menos posible la dinámica de servicios, oficinas públicas y comercios. Pero existe una cómoda confabulación, que al final «cuadra» con todo menos con quien debía ser el personaje más importante: el cliente.
Es muy serio el alerta de Julián, como para no «cuadrarse» ante él, con fáciles negativas.
No tienen quien las calce: A pesar de la indiferencia y el silencio de quienes deben velar por los de grandes pies, esta columna sigue bregando por ellos. Aunque los organismos importadores, productores y distribuidores de calzado no se sientan nunca emplazados, aquí «calzamos» tales demandas.
Esta vez me escribe María Mercedes Vega, de Ayllón 556, entre Coronel Verdugo y Calzada, en la ciudad de Cárdenas, Matanzas. Y lo hace en nombre de más de un centenar de damas de la Ciudad Bandera, que calzan los números del 42 al 44 y no encuentran jamás zapatos cerrados en el comercio, ya sea en convertibles o pesos. Ni allí ni en otras regiones del país.
A fuerza de sandalias andan por este mundo, tratando de hacer entender que ellas también merecen lucir un calzado de vestir, pues muchas son profesionales de la salud, profesoras, oficinistas. O sencillamente porque quieren verse elegantes un día. ¿Será que quienes toman las decisiones tienen pequeños... los pies?
Renace La Yaya «El dedo en La Yaya» puso el lector Ríder Victoria, de Sibanicú, Camagüey, cuando denunció aquí en enero pasado el estado de deterioro en que se encontraba la Casa Museo —Monumento Nacional— donde se firmara la última Constitución de la República en Armas, en 1897. Luego de mantener el asunto en guardia todos estos meses, gracias también a Ríder, nos escribió Salvador Tejón, director provincial de Cultura en Camagüey, para enviarnos la imagen de la certeza: por esos días, se le daban los toques finales a la reparación del importante sitio histórico, que fuera reinaugurado el pasado 24 de julio, como parte de la celebración del acto provincial por el 26 de Julio, del cual Sibanicú fue sede. Además, señala Tejón que Cultura en esa provincia ha estado inmersa en el mejoramiento del Teatro Principal, la sede de Teatro del Viento y las galerías Larios y Provincial del Consejo de las Artes Escénicas, la galería de Sibanicú y las casas de Cultura de Florida y Céspedes. Se reparan actualmente en la capital provincial: el Museo Provincial Ignacio Agramonte, la sede del Ballet de Camagüey, el cine Casablanca y la Casa de la Cultura Ignacio Agramonte. También se realizan labores similares con el museo del municipio Minas. Gracias a Ríder y a Tejón; a Cultura y a Camagüey.