Acuse de recibo
Daisy Fernández nos sacude con su denuncia, relativa al saqueo que experimentan ciertos monumentos y sitios de remembranza histórica en la capital cubana.
La lectora, quien reside en calle 40 número 153, apartamento 24, en Nuevo Vedado, municipio de Plaza de la Revolución, revela en su carta la agresión que sufre el bello memorial erigido en honor al luchador por los derechos civiles del pueblo estadounidense, Martin Luther King, en el pequeño parque de 23 y F, en el Vedado.
Precisa Daisy que el monumento, de reciente creación, ya experimenta la acción de los depredadores. El texto desplegado en el muro, en inglés y español, ya prácticamente no se puede leer, debido a que viles ladronzuelos han ido retirando paulatinamente las letras en bronce, de la misma manera que hurtan los caracteres de las marcas de autos, vaya a saber para qué.
Y se extiende el inventario de las vergüenzas relatado por Daisy: al costado del Ministerio de la Construcción, detrás de la Polivalente de Boyeros, hay una tarja ininteligible ya, pues no le queda una sola letra metálica. A ello se suma la desaparición de la estatua en honor al gran músico austríaco Joseph Strauss, en el parque de Línea y G.
Y para colmo, Daisy consigna que la antigua estación ferroviaria de Ciénaga, recordatoria de la presencia de Máximo Gómez allí en 1899, se ha convertido en una ciudadela. La última vez que la lectora estuvo allí tuvo que apartar unos trapos mojados que habían puesto a secar sobre la tarja que venera la huella del insigne patriota. ¿Sacrilegio, profanación o insensible amnesia?
La segunda carta la envía Marbelis Cuza Claro, residente en Edificio 9, apartamento 16, Las Coloradas, en Moa, provincia de Holguín. Y es un llamado a la necesaria diferenciación de casos sociales críticos en nuestro país.
Cuenta Marbelis que su hija de nueve años padece una miopía muy avanzada para su edad, que recibe tratamiento desde que tenía cuatro años. Primero le mandaron espejuelos y no avanzaba. A los seis años la remitieron para Holguín, ciudad adonde deben viajar para consultarla.
Los médicos le dicen que para intervenirla quirúrgicamente debe esperar a que tenga de 18 a 20 años. Y mientras tanto, para retenerle un tanto la miopía, le indican lentes de contacto que a Marbelis le costarían 80 pesos convertibles.
La madre se pregunta de dónde va a sacar esa suma, con apenas el salario de su esposo como sostén de la familia.
La tercera carta la envía Oscar Lage Flores, vecino del edificio D-23, apartamento 15, en la Zona 8 de Alamar, municipio capitalino de La Habana del Este.
Relata Oscar que, por haber sido seleccionado trabajador vanguardia nacional en el sector de las comunicaciones, recibió como estímulo una estancia en una casa en la playa de Boca Ciega, específicamente la número 194 de la Zona 6, perteneciente a Islazul.
Pero no sabe a ciencia cierta si fue un premio o un castigo: el gas de la cocina se le acabó el primer día, y él se pregunta si no se controla el estado de las llamadas calabacitas. Como también se cuestiona el hecho de que en la semana de estancia, más de la mitad de los días estuvieran sin agua, o apenas con suministros volátiles, sin que aparecieran las pipas correspondientes.
Luego de un domingo «seco», Oscar fue a quejarse el lunes a las oficinas correspondientes, y las empleadas que estaban allí le respondieron que tales planteamientos eran solo con el administrador, pues ese no era su problema, ellas estaban para coordinar las reservaciones. Y cuando vio al administrador, este «por el estilo, dijo que eso ya es normal en ese lugar». Dígame usted...
Oscar estampó tales insatisfacciones en el libro de quejas, y además su opinión sobre el estado higiénico sanitario de la casa y sus alrededores, con yerbazales y charcos de agua sucia. En fin, que todavía se pregunta cuál fue el estímulo por haber alcanzado la categoría de vanguardia nacional.