Acuse de recibo
El pasado 11 de febrero reflejé aquí la denuncia del lector Juan Manuel García, acerca de los más de cuatro años que llevaba intentando legalizar su nueva casa, luego de que accediera a entregar la suya para una inversión estatal.
Relataba él entonces que en noviembre de 2002 la Corporación Cubanacán S.A. se interesó por su vivienda, en el reparto Punta Gorda de la ciudad de Santiago de Cuba, para construir en esa área el servicentro de la Marina Marlin de esa entidad. A cambio le ofreció la casa número 9 del Hotel Bahía, en ese propio barrio, donde él reside hoy.
Pero luego de que Juan Manuel se mudara, y Cubanacán demoliera su vieja vivienda para levantar el servicentro, el ciudadano llevaba más de cuatro años sin la propiedad de la nueva casa, y con el carné de identidad y la libreta de abastecimientos anclados en la vieja dirección. Múltiples trámites y gestiones, en un gran embrollo burocrático, signaron todo este tiempo, en el cual tramitó sus preocupaciones a Cubanacán, y al Ministerio del Turismo al cual aquella pertenece, a la Dirección Municipal de la Vivienda, y a los gobiernos municipal y provincial. «¿Hasta cuándo debo seguir siendo ilegal a pesar de mi insistencia para resolver el problema que se me ocasionó por sensibilizarme con una necesidad estatal?», señalaba.
El pasado 20 de marzo, recibimos la respuesta de Gilberto Romero, director provincial de la Vivienda en Santiago de Cuba, quien refiere que a raíz de lo publicado, se constituyó una comisión investigadora de los hechos, encabezada por el Presidente del Gobierno en la provincia.
Dicha comisión reconoció que fue improcedente el acuerdo del Consejo de la Administración de noviembre de 2002, que facilitaba la entrega de aquella vivienda, propiedad privada, a Cubanacán, pues esta entidad debió haber construido una casa al recurrente si precisaba del espacio donde estaba la suya. Y a ello se suman «los errores cometidos, dentro de los cuales resalta la excesiva demora en el trámite de legalización de la casa 9 perteneciente al Hotel Bahía, que se le entregó como residencia al compañero Juan Manuel».
La demorada legalización tuvo varias condicionantes: en noviembre de 2002 se solicitó al Instituto Nacional de la Vivienda el traspaso a favor de Cubanacán de la casa que se le entregara a Juan Manuel, y la autorización para la permuta de esta por el inmueble del ciudadano. Sí se aprobó el primer aspecto, pero no la autorización de permuta, pues primero había que declarar medio básico la casa de Juan Manuel y solicitar el cese del inmueble donde él viviría.
Ahí comenzaron las complicaciones: la gestión se paralizó en varias ocasiones por el cambio de los formatos de los modelos, por la transferencia de las facultades del presidente de la compañía a las máximas autoridades del Turismo, y por la propia reestructuración en ese Ministerio... En fin, entre trámites, firmas, papeles y cuños de acá para allá, y más documentos... requisitos y firmas... que sería muy complicado pormenorizar aquí. Lo cierto es que el hombre tuvo que esperar más de cuatro años, aún cuando se le mantuvo al tanto de las gestiones. Pero Juan Manuel, lógicamente, quería los papeles de su nueva casa.
La carta del director provincial de la Vivienda señala que «los factores implicados en la excesiva demora (...) críticamente reconocen su responsabilidad ante el recurrente», lo cual fue manifestado en reunión con Juan Manuel el 7 de marzo. El 2 de marzo ya había sido entregado el expediente —¡al finnnnn!— para la legalización de la vivienda del afectado y se orientó que en el transcurso de ese propio mes Juan Manuel recibiría los documentos acreditativos.
Romero señala que el recurrente no estuvo abandonado a su suerte, y tiene hoy una vivienda mejor que la entregada por él. Positivo, pero no es menos cierto que bastante sufrió la espera. No comprendo por qué, según la misiva de la Vivienda, Juan Manuel se disculpó con las instituciones por las molestias que pudo ocasionar. Molesto tendría que estar él, quien bastante molesto acudió a esta sección. Contentos debemos estar todos hoy, a sabiendas de que esta historia encierra más de una lección para el futuro.