Acuse de recibo
Se salvará del abandono el Círculo Social Obrero Ferroviario de la ciudad de Camagüey, conocido tradicionalmente como Club Ferroviario, según consigna Roger Molina González, director de la Empresa de Servicios Generales de la Unión de Ferrocarriles de Cuba.
Molina da la buena nueva en respuesta a la queja del lector camagüeyano Rolando Guerra Rodríguez, reflejada en esta sección el pasado 1ro. de marzo, y que clamaba por que no se dejara morir sitio tan emblemático de esa ciudad.
Molina reconoce la justeza del planteamiento crítico, que fuera también reflejado en el séptimo congreso del Sindicato del Transporte, y precisa que se procedió al análisis de los problemas de esa instalación, concluyendo que se requieren 61 700 CUC y 157 310 pesos para garantizar su reparación, según se le informó a la dirección de la Unión de Ferrocarriles de Cuba y al Ministerio de Transporte.
El programa de reparación incluye, además de la hermosa y tradicional casona, la cafetería, el techado del bar, los baños y taquillas. También se concluirán el reservado y el parque infantil, se remodelarán la piscina y el sistema de reciclado del agua; al tiempo que se construirá la cocina-restaurante.
No por tardía —hace más de seis meses que se reflejó la queja de Guerra— es menos halagüeña la noticia de la recuperación del Ferroviario. Allá en Camagüey debe estar también de plácemes el querido colega Eduardo Labrada Rodríguez, del periódico Adelante, quien ha abogado sistemáticamente en su sección Catauro por la salvación del emblemático Círculo.
La segunda carta la envía Maikel Sosa González, de Avenida 93 número 9812, entre 98 y 100, en Alquízar, provincia de La Habana.
Maikel aborda un tema que para él es sumamente preocupante: «En los medios de difusión masiva se propagandiza que el condón o preservativo es el medio más eficaz para evitar contagiarse con enfermedades de transmisión sexual, entre ellas el Virus de Inmunodeficiencia Humana (sida).
«Sin embargo —continúa—, cuando se quiere adquirir el condón en las farmacias locales, la respuesta que se recibe es: “no hay”, “entró y voló”».
Aclara el lector que la queja no es sobre las trabajadoras de la farmacia, cuyo trato es óptimo, sino por la inexistencia de «ese necesario amigo de estos tiempos».
Y asegura que ha intentado adquirirlos en la farmacia de San Antonio de los Baños cuando ha visitado esa localidad, y tampoco ha tenido suerte.
Maikel comenta que ha hablado sobre tal desabastecimiento en su círculo de amigos, y muchos dicen que se desaparecen porque muchas personas los compran para inflarlos como globos para cumpleaños. Pero lo cierto es que su inquietud merece la mayor atención institucional, para conocer si es un problema de escasez real o artificial, o de irregular y desigual distribución; si es un fenómeno localizado en algunos territorios o de mayor alcance.
Lo lamentable es que se utilicen preservativos como globos, cuando la fiesta más importante en tal sentido es la de la cordura y la seguridad en materia de sexo.