El Bank Atlantic también fue multado. La lupa de la OFAC tiene tanto aumento como filo su navaja, y esta corta con la misma rabia que emana cada poro de la administración Bush, cuando rumia el fracaso del imperio por no haber hecho retroceder a Cuba.
La navaja, además, puede ser hincada en cualquier sitio. Y he aquí que ahora ha hecho otra incisión pequeña, pero seguramente dolorosa, nada menos que en todo un emblema del tejido financiero nacional y de la red bancaria del mundo: Citigroup, sobreviviente de la crisis de 1929 y una de las mayores instituciones financieras del planeta, acaba de ser sancionado por el Departamento del Tesoro con una multa de 16 250 dólares... gracias a la lupa sagaz de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC).
La razón es tan descabellada como el asedio yanqui de 50 años a la Isla, y tan sucia como las maneras burdas de imponerlo con el chantaje y la coerción.
Los despachos de prensa que dan cuenta de la medida arguyen que fue impuesta porque Citigroup «no tenía licencia o actuaba fuera del alcance» de ella, cuando aceptó «el pago de bienes enviados a través de una empresa cubana».
Lo que añade tintes risibles a la tragedia no solo de los cubanos, sino de instituciones así mancilladas es que la «falta» ocurrió en el año 2004 y fue confesada por el propio consorcio, al parecer, de forma incauta.
El hecho en sí podría no resultar sorprendente después de conocerse la larga lista de instituciones financieras estadounidenses multadas por realizar transacciones hacia Cuba, y la también prolífera relación de bancos de terceros países obligados por Washington a cortar vínculos con la Isla, lo que debe resultar aún más humillante para ellos. La documentación cubana cuenta a una veintena desde que la escalada de EE.UU. cobró los niveles de demencia a que la ha llevado el Plan Bush, «perfeccionado» en 2006, lo que significó apretar las clavijas de las leyes Helms-Burton y Torricelli.
La extraterritorialidad del bloqueo debe tener para los terceros, sobre todo, una gran carga de afrenta: las instituciones de otros países que osen transgredir la prohibición estadounidense de tocar dinero que vaya hacia o desde Cuba sufrirán, después, que Washington actúe sobre sus activos financieros en EE.UU. Así se les presiona.
Aun sin salir de las fronteras estadounidenses, ello origina transgresiones graves a la ley internacional adicionales a la transgresión que resulta el propio bloqueo per se, como la que protagonizó un banco estadounidense en octubre de 2006, al rechazar una transferencia de Cuba destinada al pago de cuotas a las Naciones Unidas.
El propósito de detener los flujos de dinero hacia la Isla persigue y castiga desde la gran transacción hasta la modesta remesa, y puede deparar cualquier tipo de atrocidad... como esta de que el Departamento del Tesoro tire de las orejas a muy bien ponderadas instituciones bancarias internacionales con sede en su país... o fuera.
El Kinecta Federal Credit Union de California y el Bank Atlantic de Florida también fueron penalizados en los últimos meses con multas de 3 102 dólares y 7 500 dólares, respectivamente.
Pero las regulaciones norteamericanas en el ámbito de las finanzas son, apenas, el non plus ultra de una política que se aplica con similar irracionalidad sobre todo sujeto jurídico que acaricie la idea de realizar cualquier negociación comercial con la Isla. Lo mismo si se trata de un equipo médico para salvar vidas, que de un «tornillo» de una cámara fotográfica, así lleve esta la firma de la japonesa Nikon, y haya sido obtenida como premio de un concurso por un niño de la Isla.
¿Quién osa decir que el bloqueo es pamplina?