El caricaturista hondureño Allan McDonald manifestó vía electrónica su interés de venir a La Habana para contar la experiencia del golpe de Estado y crear junto a los humoristas gráficos cubanos un frente común que incluya a los colegas de América Latina.
Allan, quien fuera detenido junto a su hija de 17 meses el pasado 30 de junio, logró salir de su país protegido por Amnistía Internacional. Dijo sentirse feliz de ver cómo el pueblo hondureño reproduce sus caricaturas. «El pueblo al no ver caricaturas mías las dibuja en las paredes, las he visto en grande, en graffitis. Es lindo para un artista que el pueblo dibuje por vos. Nunca antes vi esto en el mundo».
El caricaturista de 33 años de edad agradeció también a Juventud Rebelde y los colegas del mundo que mediante dibujos se han solidarizado contra el golpe de estado perpetrado por Micheletti el pasado domingo 28 de junio.
El caricaturista había sido invitado a participar en la Fiesta del Fuego, que en esta ocasión esta dedicada a su país.
Allan publica desde hace 24 años en la prensa hondureña. Confiesa que a los 9 años participó en un concurso nacional al que enviaron más de 1 200 trabajos. Ganó el primer premio que incluía una plaza en El Heraldo, periódico gestor del golpe de Estado.
«Me entregaron el premio y la plaza sin verme, les pareció que era una persona adulta. Gané con una caricatura de Reagan lanzando su candidatura en la boca de un cañón que decía Nicaragua».
Al preguntar cómo logró durante estos años publicar sus trabajos en El Heraldo respondió: «Entonces los militares eran malos para los dueños».
Dijo que su rebeldía le ha abierto espacios y que es difícil censurarlo ahora que la gente presiona cuando no se publican sus imágenes. Declaró además que los golpistas le tienen un temor espantoso a sus dibujos que aún en homilía lo condenan.
El pasado 25 de mayo recibió de manos del presidente Manuel Zelaya el Premio Nacional de Caricatura Clementina Suárez. En la premiación Allan, sin dejar de ser radical, expresó poéticamente cómo seria la nueva constitución de su país.
A su estilo derogaba artículos relacionados con los beneficios de la oligarquía al tiempo que dejaba claro los derechos del pueblo.
«A partir de esta lectura queda vigente la esperanza y los sueños, el amor, la fraternidad, y la solidaridad con los más olvidados, quedando terminantemente prohibido llamar ganancia al robo y plusvalía a la gente», expresó en esa ocasión.