La brasileña Jacqueline Carvalho fue separada a tiempo de los juegos. Foto: FIVB Aunque parezca, no es una contradicción. Los recién concluidos XV Juegos Panamericanos disputados en la ciudad brasileña de Río de Janeiro pueden pasar a la historia como los más «limpios», pero a su vez, como los más «internacionales».
Para orgullo de los cariocas, superar la excelencia de la más cercana cita continental será el reto para las futuras sedes, atendiendo a la sentencia dictada en el epílogo de los Juegos por el presidente de la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA), el mexicano Mario Vázquez Raña.
En medio de tantos aciertos y pocos —pero marcados— deslices, el tema del dopaje aparece hasta hoy con notas de sobresaliente entre las pruebas sorteadas por los organizadores, en su afán de demostrar las capacidades de la urbe brasileña para acoger unos Juegos Olímpicos.
Días antes de la inauguración, el fantasma del dopaje había hecho su presencia en la «Ciudad Maravillosa» en los cuerpos de varios deportistas mexicanos y de la célebre voleibolista local Jacqueline Carvalho, y todos fueron separados de los Juegos antes de encenderse el pebetero del estadio Maracaná.
Mas habrá que esperar otras 24 horas para respirar con alivio, y sentir la certeza de que cada medalla otorgada en la lid multideportiva, estuvo «huérfana» de sustancias ilegales.
Según las declaraciones del brasileño Eduardo de Rose, al frente durante muchos años de la Comisión Médica de la ODEPA, hasta mañana no estarán los resultados de los últimos 200 controles realizados en el certamen continental.
Esa cifra representa al menos el 16 por ciento de las más de 1 200 muestras recogidas dentro y fuera de competencias, y que a diferencia de hace cuatro años, no tuvieron que salir de la sede para ser analizadas.
Esta vez el arduo trabajo de descubrir a los tramposos corrió a cargo del laboratorio LABDOP, adjunto a la prestigiosa Universidad Federal de Río de Janeiro y acreditado por la Agencia Mundial Antidopaje, que estuvo apoyado por la supervisión de 15 expertos internacionales en la materia.
Si mañana se confirma la total ausencia de dopaje, Río llegará a los libros como los primeros Juegos Panamericanos libres de sustancias prohibidas, pues desde que se iniciaron los controles en San Juan 1979, ninguna confrontación continental estuvo exenta de tales manchas.
En la capital borinqueña se detectó un caso de uso de esteroides anabolizantes, y el pico más alto se produjo en Caracas 1983 —donde se reveló por primera vez la utilización de testosterona—, con 19 positivos. Hace cuatro años en Santo Domingo fueron descubiertos nueve infractores, por lo que a algunos llama la atención la escasez de ahora, a menos de un año de los próximos Juegos Olímpicos.
Por otra parte, Río 2007 también será recordado por la cantidad de atletas que vistieron colores ajenos a sus países de origen.
Aunque la cifra de «legionarios» supera apenas en 0,5 por ciento de los cerca de 5600 deportistas que compitieron en la cita, el fenómeno comienza a preocupar a varios dirigentes deportivos, pues muchos de los «extra continentales» terminaron acaparando medallas en detrimento de los genuinos atletas americanos.
En declaraciones a DPA, Neven Ilic, presidente del Comité Olímpico de Chile, se quejó de que el equipo femenino de su país cedió la presea de bronce frente a un elenco de Antillas Holandesas formado por jugadoras que nacieron en Holanda, viven en Holanda, y juegan en equipos de primer nivel en esa nación europea.
«Imagínense qué pasaría si todas las islas que son ex colonias pasaran a presentarse en Juegos Panamericanos con equipos de sus países madre», se cuestiona el dirigente austral, quien además señaló que en los estatutos de la ODEPA no existen restricciones para la participación de deportistas nacionalizados.
El ¿dominicano? Lin Ju es uno de los tantos que han copado el tenis de la mesa continental Pero el caso de las hockeístas caribeñas es un ejemplo al que se pudieran añadir el jugador de tenis de mesa ¿dominicano? Lin Ju, el badmintonista ¿estadounidense? Khan Malaythong, o el jinete Rodrigo Pessoa, que de brasileño solo tiene el apellido del padre. Todos fueron campeones.
El tema tocó de cerca a no pocas de las 42 delegaciones presentes en Río de Janeiro, pero sin dudas fue la expedición de Estados Unidos la «vedette» en este asunto, pues en sus filas hay por lo menos 25 deportistas nacidos fuera del continente, provenientes de naciones tan disímiles como Filipinas, Liberia, Hungría, Rusia, Tailandia o Laos, por solo citar algunos.
Sin dudas, junto a la enorme población, el poder económico, y la calidad de sus atletas, esta es una razón más —aunque menos honorable— para encabezar el medallero de los Juegos.