Mario Cabrera López, floridano de 50 años, quien por estos días de cuarentena trabaja más de 12 horas diarias Autor: Yahily Hernández Porto Publicado: 20/04/2020 | 03:12 pm
CAMAGÜEY. FLORIDA. ARGENTINA. — Desde el otro lado de la frontera de Argentina, comunidad floridana en cuarentena, donde muy pocos pueden entrar o salir; observé aquel carrito auténtico, gracioso, que desempolvaba algunos recuerdos de niña, cuando soñaba que viajaba en un trencito por todo el mundo.
Y es que su forma pequeña, «con una carita redonda y ojos bien alertas; sus luces delantera», no dejaba de sonreírme, —imaginé—, y viceversa, de provocar en mí una sonrisa en medio de aquel silencio interminable en Argentina.
Fijé mi mirada atenta a su andar «lento pero aplastante; como el elefante» y mientras se acercaba su chofer, —casi más grande de estatura que su querido vehículo— la cámara de JR atrapó a Mario Cabrera López, floridano de 50 años, quien por estos días de cuarentena trabaja más de 12 horas diarias, manejando a su ya probado contra fuego y popular «carrito criollo».
A metros de distancia le tomé algunas instantáneas y logré con algo de insistencia «robarle» algunas palabras que narraron ¿cuánto ama a su fotuto?, —como cariñosamente lo nombra—, y «lo bien que se porta el muy condenao», dijo mientras se acercaba.
Resulta que el Fotuto de Mario es todo un personaje en Florida y muy especialmente en Argentina, porque sobre su carricoche posterior carga lo mucho y lo poco, «todo lo que necesite mi gente. Viandas y hortalizas; todo tipo de alimentos, las trasladado en mi carrito hacia las unidades de comercio de este barrio, para ser repartidas a la población», aseguró Mario, quien sentado frente a su timón, me afirma: «mira el cartel: "Vía libre. COVID—19"».
Mario, quien es un trabajador agrícola se encuentra movilizado, junto a su «riquimbili-casero» a tiempo completo.
«Me dijeron si estaba dispuesto y no dude. Desde el primer día del aislamiento me encuentro "pá arriba y pá bajo" en toda la comunidad ayudando en lo que sea. Y es que como mi "Palmiche", —así también lo nombra— es chiquito, no levanta polvo y se mete donde yo quiera, se vuelve muy necesario. A él no lo detiene ni este maldito coronavirus».
«Mi fotuto no trasmite el virus, porque lo lavo constantemente con cloro y se fumiga en un santiamén. No es para correr, pero llega a dónde sea. Creo que lo quiere mucha gente, la cual me saluda desde sus casas, y los niños se vuelven "locos", se ríen mucho, cuando me ven…, porque parece un trencito de juguete, que se reconoce hasta por el sonido. Eso me hace muy feliz, porque sin imaginarlo llevo algo de alegría a mi gente, que está impaciente en sus casas».
«Esto es muy duro, —dijo—, y la gente está estresada y agitada. No es fácil para ellos no salir de sus casas. Mi familia se preocupa por mí. Se lo veo en sus ojos, pero yo sigo mi camino hacia Argentina, que ahora me necesita. Me cuido mucho y a mi fotuto también, porque él ha demostrado que en tiempos difíciles, es como un cubano de verdad, que resiste lo que sea, a pesar de las circunstancias».