Como parte de la labor de sanidad realizada por nuestro país, se exige que cada viajero presente su declaración de sanidad, la que refleja sus datos personales, su estado de salud y el lugar donde residirá durante su estancia en el país Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 04:51 pm
Era martes 13. Tal vez muchos dudaron en viajar ese día acordándose del mal augurio que reza: ni te cases, ni te embarques… Sin embargo, el primer vuelo de esa mañana en el Aeropuerto Internacional José Martí trajo a bordo 70 pasajeros procedentes de la ciudad canadiense de Toronto.
Mientras caminaba por los pasillos de la frontera de la Terminal Tres, el colombiano Carlos Ruiz vio en la pantalla del escáner su silueta amarillo-rojiza. Pensó que lo escuchado tantas veces en boca de sus ancestros, sobre la profecía, era ciencia probada.
«¿Por qué me veo así? ¿Estoy enfermo?», preguntó. Supo entonces que el equipo, de reciente adquisición en la Isla, reflejaba la temperatura corporal de todos los pasajeros, y en caso de superar los 37 grados Celsius produciría una señal de alarma que obligaría a las autoridades de Control Sanitario Internacional a adoptar medidas puntuales.
Ruiz llevaba la declaración de sanidad bajo el brazo, y al ver a todos los trabajadores con los nasobucos comprendió que en Cuba el personal médico no descansa para evitar que el virus de la Influenza A (H1N1) encuentre refugio aquí.
Después de la entrevista médica dijo agradecer tanto esmero por su salud, algo asombroso en un país con recursos tan limitados.
«Ante cualquier enfermedad, hay que tomar todas las medidas preventivas para salvaguardar nuestras vidas, vengamos de donde sea. Tenemos que estar atentos a cualquier síntoma porque la Influenza A (H1N1) ha cobrado vidas en muchos países. La prevención es la madre de la salud, porque el mejor policía, el mejor médico, es uno mismo», dijo Carlos Ruiz.
Para la colombiana Giselle Pertuz, pasajera del mismo vuelo, las medidas de control de tráfico y de seguridad no bastan en medio de la situación mundial epidemiológica. «Allá solo nos hacen preguntas de rutina, pero sobre nuestra salud nada. Ni al llegar ni al salir del país. Las medidas que veo se están tomando aquí, son valiosas para garantizar la salud de los turistas y de los cubanos también».
El panorama internacional muestra nefastos pronósticos en cuanto a la Influenza A (H1N1), presente en más de 188 países, de ahí la necesidad impostergable de actuar de manera preventiva. En Cuba las enfermedades respiratorias son muy frecuentes, sobre todo ahora, ante la llegada del invierno, las que pueden ser un detonante de la epidemia.
El plan antipandémico, trazado en nuestro país desde octubre de 2005, en su anexo 3 incluye las medidas a tomar en frontera, ya sea en aeropuertos, puertos o en la Marina Hemingway, para garantizar la detección de posibles casos infecciosos procedentes del exterior.
«En realidad la estructura del control sanitario internacional en el aeropuerto existe desde su misma creación, aunque de manera incipiente en un inicio. Con la apertura de Cuba al mundo y al intercambio comercial, la instalación fue creciendo en terminales y en vuelos internacionales, por lo que se incrementó la actividad de nuestro departamento. Desde la instauración del programa de enfrentamiento a una epidemia, con el acápite correspondiente al tratamiento en frontera, se implementaron un conjunto de medidas que en la actualidad se han reforzado con la aparición de la Influenza A (H1N1)», explicó el doctor Agustín A. Acosta, director de la Unidad de Control Sanitario Internacional del Aeropuerto Internacional José Martí.
Más de 160 trabajadores, entre médicos, enfermeras, técnicos de higiene y operarios de vectores garantizan, durante 24 horas, la vigilancia epidemiológica en las aeronaves y sobre los pasajeros en todas las terminales de la instalación, pues ninguna está exenta de riesgo. En el resto de los aeropuertos del país sucede algo similar.
«Como parte de nuestra labor está establecido que la tripulación de cualquier línea aérea debe reportar a su destino si trae un pasajero con alguna sintomatología. Ese viajero no transita por el flujo normal. Los trámites migratorios se le facilitan en una zona alejada del resto y allí corroboran su estado de salud».
No obstante, precisa el doctor Acosta, es de carácter obligatorio que, al arribo de un vuelo, el personal médico sea el primero en abordar el avión. Se entrevista con la tripulación y recibe la declaración general de la aeronave, un documento firmado por el capitán, en el cual se expone la presencia o no de algún pasajero con síntomas referidos. Además, cada viajero presenta su declaración de sanidad, en la que refleja sus datos personales, su estado físico de salud y el lugar donde residirá durante su estancia en el país. Posteriormente, a través de un pequeño diálogo, se confirma. Esa información se envía, por correo electrónico, a todas las áreas de salud del territorio nacional en menos de 12 horas.
—¿Hasta qué punto es confiable esa información?
—Es posible que algún pasajero niegue u oculte algún síntoma, por eso el método de la entrevista puede considerarse insuficiente. Sin embargo, hace más de cinco meses, hay sensores de temperatura instalados en la zona de frontera de cada terminal.
«Estos equipos reflejan la temperatura corporal, por encima de 37 grados Celsius, de todo el que transite por la zona. Una vez detectado algún viajero con un cuadro de fiebre, es trasladado a la zona de aislamiento habilitada, donde se comprueba ese resultado de manera manual. Si además procede de un país con significativos índices de la enfermedad, presenta otros síntomas o refiere contacto con alguna persona infectada, inmediatamente es remitido al Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí o a los hospitales de cada provincia.
El doctor Agustín pondera el empleo de los sensores. Hasta el momento, gracias a la confianza de estos equipos de modernísima tecnología, han detectado aproximadamente 160 casos, los cuales han sido remitidos a centros asistenciales. La mayoría procede de Estados Unidos, aunque no todos al final hayan tenido un diagnóstico positivo.
«Además, a cada pasajero se le entrega una tarjeta de vigilancia o advertencia, la cual debe presentar antes de las 72 horas después de su llegada en el centro de atención médica que le corresponde por su lugar de residencia. En ocasiones no realiza este proceder, pero con el envío diario de la información que procesamos, avalamos que sea el médico quien lo visite. Este proceder se implementa también en la Terminal Uno de vuelos nacionales y en las 14 terminales aéreas del país», añadió el doctor Acosta.
Detectar al vuelo
En la Terminal Tres de Vuelos Internacionales se han arreciado los controles para enfrentar cualquier situación epidemiológica en el país. Son casi 8 000 los trabajadores que diariamente permiten el funcionamiento constante del aeropuerto. Como medida emergente fue preciso brindarles la información necesaria para su propio cuidado y el de los visitantes de la instalación.
La limpieza, la organización, la recogida de desechos ha debido extremarse en conjugación con las disposiciones más recientes, como el uso de los nasobucos para quienes permanezcan en contacto directo con los viajeros.
Independientemente de los efectos de la crisis económica mundial, el turismo en la Isla se ha mantenido de manera satisfactoria. Los métodos implementados para el control sanitario de la influenza y de otras enfermedades como el dengue y el paludismo, no han sido freno.
«Trabajamos para disminuir el tiempo de estancia de los pasajeros en el aeropuerto, por eso estas medidas de control no pueden oponerse a la facilitación del pasajero. Tenemos que garantizar su cumplimiento sin disminuir la calidad de la atención brindada. No podemos causar molestias innecesarias. Por eso debe corresponderse el personal médico con la cantidad de pasajeros que arriben, para que todo se efectúe de manera rápida y eficiente», apuntó José Antonio Regalado, director de la Terminal Tres del Aeropuerto Internacional José Martí.
Así como el control sanitario internacional se refiere a todos los que pisen tierra, procedentes del exterior, la detección de los infectados no puede asegurarse en un ciento por ciento, pues es probable que algún viajero presente el virus en el período de incubación, lo cual escapa, por supuesto, a este control.
«Toda la experiencia acumulada hasta el momento ha permitido que estemos preparados, incluso, para eventos de mayor gravedad, como la posible mutación del virus o la aparición de otra enfermedad. Sin dudas, para todas las instancias en el país es un gran reto la existencia de una pandemia, pero el trabajo preventivo que hemos desarrollado, así como la preparación del personal son básicos para enfrentar lo actual y lo venidero», enfatizó Regalado.
Bandera amarilla: Libre de eso que anda
«Toda nave que durante la travesía reporte al agente de buque en tierra uno o más tripulantes con síntomas de gripe, será ubicada en posición alejada del tráfico normal».
Así dictamina el primer punto de un documento que sintetiza las acciones de vigilancia y control, para evitar que la Influenza A (H1N1) se introduzca en la Isla por causa del arribo de buques procedentes del exterior.
El paquete de medidas preventivas, donde se incluye esta orientación, se firmó el 18 de mayo del año en curso. El doctor Ángel M. Álvarez, jefe del Programa de Control Sanitario Internacional del Ministerio de Salud Pública, y el viceministro de Transporte, Oscar del Toro Quesada, representaron a sus instituciones para el cumplimiento estricto de lo consensuado.
Las disposiciones tienen en cuenta el momento del arribo de las motonaves, la remisión y el traslado de casos sospechosos. Especialmente destaca que, si la embarcación procede de alguna de las áreas afectadas, durante su permanencia en el puerto el primer oficial será instruido para realizar vigilancia clínico-epidemiológica, e informar al agente del buque en tierra sobre cualquier caso sintomático detectado.
Las áreas afectadas están localizadas geográficamente, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) específicamente ha decretado medidas de salud pública, bajo regulaciones establecidas en RSI-2005.
Agrega dicho documento que el médico de la Unidad de Control Sanitario Internacional verificará la vigilancia en el buque una vez al día, mediante chequeo visual e interrogatorio, cuando lo considere preciso.
Al conversar con el doctor Carmelo Trujillo Machado, director de la Unidad de Control Sanitario del Puerto de La Habana y la Marina Hemingway, indagamos sobre el cumplimiento de las medidas. Los 68 trabajadores, entre ellos siete médicos, conocen qué hacer en cada momento, y además tienen orientado protegerse con batas de mangas largas, guantes, nasobucos y, en la medida de las posibilidades, usar espejuelos u otro medio de protección de la mucosa periocular.
Está claro, además, que ante fiebre de 38 grados Celsius, gripe, congestión, secreción nasal, dolores de garganta, cabeza y musculares, así como otras evidencias, las autoridades sanitarias deben proceder a aplicar las medidas difundidas.
«Estamos cumpliendo cada una de las indicaciones con el rigor que exige una pandemia como la Influenza A (H1N1). La misión nuestra es salvaguardar las fronteras de nuestro país de enfermedades exóticas, las cuales pudieran afectar a la población de manera general. Entre estas están el dengue, el paludismo y otras que en el mundo tienen una reemergencia o emergencia».
Carmelo asegura que se controla el ciento por ciento de tripulantes y viajeros que usan la vía marítima para entrar al país, ya sean extranjeros o cubanos que viajan al exterior en buques por algún motivo. Se enfatiza en quienes provienen de zonas donde existen enfermedades, que son controladas en Cuba mediante distintos programas de salud o no existen entre nosotros.
«Un procedimiento de rutina en cada buque es primeramente otorgar la libre plática. Esta aprobación avala el permiso de arribo a nuestras costas. Una vez que una nave anuncia que lo hará, ya sea por razones mercantiles o turísticas, se establece un protocolo donde se incluye la información de las autoridades portuarias de ese arribo.
«Las autoridades sanitarias son las primeras en subir a la nave cuando atraca en nuestros muelles. Al instante efectúa un control minucioso de todo lo inherente al estado de salud e higiénico de la tripulación y de la mercancía proveniente del exterior», apuntó Trujillo.
Una vez que se establece la libre plática, el resto de las autoridades portuarias ingresan a la nave para efectuar su parte. Entre ellas están la Aduana y otras entidades que establecieron contratos con esta embarcación.
La función que realiza la Unidad de Control Sanitario es de vigilancia epidemiológica. Regularmente la realiza un especialista en Higiene y Epidemiología y un técnico. En el momento del despacho controlan la documentación que las autoridades del buque deben obligatoriamente mostrar, según acuerdos de la Organización Marítima Internacional, y dejar copia de la certificación de salud de la tripulación y el buque. Luego de eso se concede, si no hay riesgo de epidemia, el permiso de entrada al país, o lo que se llama la libre plática.
—¿La tripulación debe arribar con cada uno de sus miembros evaluados sanitariamente?
—De manera habitual cada buque tiene servicios médicos contratados a bordo. Sus especialistas sanitarios están obligados a emitir un certificado de toda la tripulación en su conjunto. Así se garantizará que en el momento del arribo no exista ningún problema. De hallarse alguna incidencia determinada están obligados a entregar un resumen del enfermo.
«Luego se determina, de conjunto las autoridades del buque y las de salud de nuestra unidad, la medida a tomar. Eso depende del tipo de enfermedad. Si es transmisible y puede tratarse en el buque, pero además si constituye un riesgo para el país, se establece el régimen de cuarentena. O sea se fondea la nave. Se saca de la bahía. No se le permite bajar a ningún tripulante hasta que pase el período de incubación máximo de la enfermedad.
«El último caso establecido, si no aparecen más casos, una vez que pase el tiempo de incubación, es quien determina la entrada de la nave al país, luego de un análisis de los pacientes».
Carmelo apunta que en caso de necesitarse atención médica en alguna de nuestras instituciones, se coordina y se traslada en las circunstancias establecidas. El servicio sanitario que ofrece la Isla es totalmente gratuito.
—¿Cuáles son esas condiciones?
—El vehículo sanitario deberá cumplir con las normas de seguridad establecidas por emergencia nacional. Quienes trasladen a los sospechosos de incubar la enfermedad deberán usar los medios de protección.
«Durante el período de aislamiento de la nave las agencias marítimas cubanas asegurarán todas las provisiones necesarias para garantizar la estancia de la tripulación durante el aislamiento».
Autoridades portuarias a la viva
«Según el Decreto ley 230 nosotros tenemos que controlarlo todo, incluyendo las entidades que están dentro del recinto portuario, como es la Unidad de Control Sanitario Internacional», afirma el capitán Ramón Miranda, vicepresidente de Operaciones de la Autoridad Portuaria de La Habana.
Miranda señaló que no han sido informados de ningún caso de influenza reportado por causa del arribo de tripulaciones, pero aclara que sí se han reportado trabajadores portuarios contagiados con familiares o amigos que han venido del extranjero.
«Cuando eso ha sucedido, procedemos con celeridad. Todos los días, en el Gobierno de La Habana Vieja se informa sobre los casos de esta enfermedad. Solo hemos tenido siete casos y no fueron infectados por la entrada de barcos».
Miranda sostiene que en la protección de la frontera contra la influenza se ha sido muy exigente. Los trabajadores tienen el nasobuco a bordo del barco y su uso es supervisado por las mismas autoridades. En los contactos de trabajo que hacen cada mañana con los jefes de todas las terminales rinden cuenta del cumplimiento de estas medidas. Si sorprendemos a alguien sin protegerse, la medida disciplinaria se aplica primero al jefe inmediato del trabajador.
—¿El rigor de los exámenes que realizan las autoridades de Control Sanitario Internacional no afecta económicamente a la Isla por concepto de pago de estadía de las embarcaciones?
—Si el barco está en cuarentena, se considera por fuerza mayor en términos marinos. Entonces la estadía la paga el dueño del barco. En puerto cubano demoran los buques en dependencia de la carga que traigan y del tipo de barco. Los contenedores pueden demorar 12 horas. Si es carga a granel depende de la cantidad de toneladas, puede que demoren tres o cuatro días. Si la mercancía viene en saco u otros medios, se demoran entre cinco días y una semana. Aquí la lucha constante es el pago de la estadía. Ese es el principal problema, porque el sanitario se ataja al entrar», enfatiza.
Rafael Zamora, vicepresidente general de la Autoridad Portuaria en La Habana, alega que rigurosamente se chequean las medidas para mantener a raya la Influenza A (H1N1) y otras enfermedades transmisibles. En cada terminal donde atracan buques son muy exigentes con el personal cubano que trabaja a bordo de estos, y con quienes deben visitar las naves por cuestiones de trabajo, entre ellos inspectores y estibadores.
«En la comisión que da la libre plática es ineludible el criterio del médico, y en caso de que haya carga de origen vegetal asisten también fitosanitarios. Si en la carga viene carne, los veterinarios deberán dar el visto bueno conjuntamente con los demás especialistas».
Mientras Cuba aguarda el momento en que pueda combatir la pandemia con una vacuna, la prevención seguirá siendo la manera más efectiva de inmunizarnos contra esta y otras enfermedades transmisibles no endémicas en nuestro país.