Se hizo justicia con Dannelis Toussón, la joven muy pequeña, pero con elevadas dimensiones de valor y tesón, quien denunciara aquí el pasado 16 de agosto la negativa en la provincia de Granma a otorgarle la carrera de Medicina, por el hecho de que ella mide un metro y 34 centímetros.
La victoria de esa causa la suscribe el doctor Roberto González, viceministro de Docencia e Investigaciones de Salud Pública: Dannelis al fin podrá estudiar Medicina y realizar su vocación, a despecho de las cortedades con que la Naturaleza la trató.
Todo comenzó cuando el 16 de agosto esta sección reflejara la frustración de la joven de Río Cauto, quien recién graduada de preuniversitario, y con un índice académico de 99,17 puntos, desistió de su vocación porque le argumentaron disposiciones del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) que limitan a las personas muy pequeñas de estatura el acceso a tal profesión.
En su respuesta, el viceministro de Salud Pública recalca la igualdad de oportunidades de cualquier joven cubano para estudiar esa carrera, la cual implica ciertos requisitos académicos, éticos y de salud. Y aclara que, de acuerdo con la investigación realizada, Dannelis recibió información de que el enanismo es invalidante para estudiar Medicina. La muchacha expresó su inconformidad en Educación, pero nunca con Salud Pública ni la Facultad de Ciencias Médicas.
Precisa González Martín que en tales casos es la Comisión Médica quien dictamina la posibilidad del joven aspirante a acceder a la carrera. Y esto no se cumplió.
Refiere que el pasado 27 de agosto la Comisión, compuesta por un internista, la jefa del Departamento de Ingreso de la Filial de Ciencias Médicas de Bayamo y el presidente de la Comisión de Ingreso de la Universidad de Granma, visitó a la joven y diagnosticó que ella puede estudiar la carrera de Medicina.
En tal sentido, asevera que «correspondía que el presidente de la Comisión Provincial de Ingreso realizara informe del caso a la Comisión Nacional de Ingreso, toda vez que esta debía evaluar por excepción autorizar el otorgamiento de la carrera a la joven, motivado porque ella no realizó el examen de ingreso correspondiente a la carrera de Medicina. Y este es otro de los requisitos de nuestro proceso».
Y también me escribe la licenciada Tahimy Pavón, jefa del Departamento de Ingreso del Viceministerio de Docencia del MINSAP, quien aclara los requisitos de ingreso para las carreras de Ciencias Médicas por parte de los estudiantes de 12mo. grado:
Deben tener como máximo 25 años al oficializar la matrícula, expresar su compromiso incondicional de servir en cualquier parte del territorio nacional y extranjero, poseer condiciones integrales para ello y mantener una correcta educación formal y conducta social, adecuado porte y aspecto personal, y comprometerse con los principios de la ética médica socialista, entre otras premisas.
Y, en cuanto a lo más señalado en este caso, la normativa establece «no tener impedimentos físicos ni mentales que los invaliden para cumplir con las actividades inherentes a la etapa de formación, y para una vez graduado, ejercer la profesión (afecciones invalidantes, diagnosticadas por la Comisión Médica)».
Al final de esta historia, y teniendo en cuenta las especificidades de esa carrera que no puede dominarlas quien no la ejerce, uno colige que, cualquier normativa y regulación siempre debe transitar por el análisis casuístico, so pena de cometer injusticias cuando no se tiene en cuenta la especificidad de cada quien.
De seguro sobrevendrán casos como el de Dannelis, a los que habrá que atender con cierta singularidad.
La vida siempre nos demuestra que la vocación puede llegar hasta donde la lógica a veces no vislumbra. Permeados de las concepciones dogmáticas de los perennes «requisitos», cuántas veces no habremos talado las singulares aptitudes de algunos seres, quienes nos reprochan con su talento que siempre está latente el germen de la discriminación, amparado en las sacrosantas normativas.