A.B.: Estoy habituada al empleo de juguetes sexuales para disfrutar. Ahora con la pandemia, no he podido adquirir nuevos juguetes y me va mal. ¿Cómo puedo hacer?
Los juguetes no hacen al juego. Ellos requieren de alguien que encuentre el modo de emplearlos, según las fantasías donde su uso es satisfactorio.
Solemos suponer que deseamos caprichosamente un objeto, una compañía o un logro particular. Estos son semblantes o señuelos a los que sucumbimos. Lo que en realidad buscamos a través de todo aquello es satisfacción; una vivencia para que algún lugar del cuerpo experimente esas sensaciones que siempre aspiramos repetir: una sensación en la boca, en la mirada, genitales, etcétera.
En rigor, los juguetes se pueden intercambiar. Solo se precisaría clarificar las condiciones o cualidades de esos objetos, modos de uso y medios o escenarios donde adquieren la función que nos complace.
En este sentido, los niños nos enseñan. Ellos son capaces de tomar cualquier objeto a su alcance como el mejor juguete. Cubren al objeto de los colores de su imaginación sin sucumbir a la tiranía del mercado, que nos hace creer que dependemos del último modelo de cualquier cosa para ser felices.
La falta de juguetes puede ser oportunidad para descubrir cuán «juguetones» somos. Pone a prueba la capacidad de hacer con lo que hay, que puede ser mucho. Además, podría ayudar a mirar aquello que tantos juguetes no revelan, referente a tu erotismo. Esto te da la oportunidad de descubrir sensaciones nuevas, mejorar la comunicación con tu pareja y permitirte vivir nuevas experiencias. Si bien la situación pandémica es transitoria, tu posibilidad de juego erótico es perdurable y vive contigo.
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