El pasado 15 de junio, los magistrados del Tribunal Supremo de EE.UU. escribieron otra vergonzosa página en la historia, al decir NO al llamado de una decena de premios Nobel, parlamentarios, académicos y miles de personalidades de todo el mundo para que a los cinco cubanos presos en EE.UU. se les sometiera a un nuevo y justo juicio fuera de Miami, con todas las garantías procesales.
Aunque la administración Obama solicitó un abundante presupuesto para mantener sus transmisiones, la mal llamada TV Martí está puesta en el colimador de varios políticos, expertos y analistas norteamericanos.
Cuando la mayoría tocó fondo, la República Popular China logró soportar los efectos del descalabro económico global. Las medidas tomadas por el gobierno chino en noviembre de 2008 comenzaron a implementarse de modo urgente y hoy sus resultados positivos son evidentes.
Los rostros revelan la complacencia ante la belleza excitante de las jóvenes, ataviadas con vestidos que insinúan cada contorno de sus cuerpos, mientras se mueven con soltura y elegancia. Es noche de pasarela frente al parque Leoncio Vidal, de Santa Clara.
Ya el cubano siente la crisis financiera mundial; aunque siempre alguien se aferre a la nostalgia de aquella inmunidad económica de los 80, amortiguado este pobre país por una «tubería» que desde las nieves de la Plaza Roja, y al son de la balalaica, nos mantenía ajenos a los vaivenes del mercado mundial y de nuestras propias vulnerabilidades.
Cuenta una historia, encontrada en la Internet, que un funcionario recién nombrado llegó a su oficina. Sobre la mesa, tres sobres perfectamente cerrados y enumerados habían sido dejados por su antecesor con una nota que explicaba: «Solo abrir en situaciones límite».
Bajo los fuegos climáticos de un junio que parecía agosto, el cliente recorrió con agobio varias tiendas de la ciudad en busca de un obsequio sencillo, que le sirviera para no irse en blanco el Día de los Padres.
Espero que estén de acuerdo en que, entre los cubanos, se dirime hoy un debate. Para algunos podrá sonar heréticamente el término debate. Pero no creo que vivamos en una especie de arca que nos encuadre en una alianza con el silencio, la pasividad y la resignación. Por supuesto, si debatimos, damos señales de andar litigando contra los fantasmas del descrédito y la desesperanza.
Los países desarrollados se afanan en la búsqueda de soluciones para levantar sus economías tras el impacto de la crisis. Ocupados como están, lo que antes era prioridad, en la nueva coyuntura ya no lo es tanto, y por eso los expertos advierten de la necesidad de mantener y avanzar en la lucha por reducir los efectos del cambio climático. Los tiempos que corren son propicios para que «la crisis» se convierta en el pretexto perfecto para que los ricos dejen de lado sus compromisos con el planeta.
El 15 de junio la Corte Suprema de Estados Unidos anunció su decisión de rechazar la solicitud de revisión del caso de los Cinco. Esta demanda de revisión fue planteada por millones de personas de todas las procedencias alrededor del mundo, un número récord de peticiones de «Amigos de la Corte» y miles de personalidades y representantes oficiales de todos los continentes. Muchas de estas solicitudes provenían del propio interior de Estados Unidos.