Esperaban el mazazo, aunque no con tanta fuerza...
Por primera vez desde el establecimiento de la democracia sudafricana en 1994, la economía de uno de los motores fundamentales del crecimiento de África, comenzó a dar sus patinazos... ¡Lógico!, de la hecatombe nadie se salva, mucho menos quienes más dependen de las exportaciones de sus principales rubros.
¡Más de seis por ciento! es la caída que experimentó Sudáfrica en el primer trimestre de 2009. El estrépito conmovió a los hombres de negocios, las instituciones económicas y al propio gobierno, que esperaban una contracción, pero no tan marcada. De esta forma, Sudáfrica ya ha entrado en la nada corta lista de los países —incluidas potencias como Estados Unidos y algunas europeas— que están en recesión.
Desde el último trimestre de 1992, cuando aún el país estaba en manos de los racistas del apartheid, la economía sudafricana no estaba tan cerca de tocar el fondo, a pesar de que en el último trimestre de 2008 se había reportado un decrecimiento de 1,8 por ciento y de que los cálculos pronosticaban un descenso de 3,9 por ciento entre enero y marzo. Pero el resultado final fue peor que lo pensado.
Los pronósticos refieren que la contracción continuará durante todo el año, y que solo pudieran darse señales de alivio a partir de 2010, año en que se celebra el Mundial de Fútbol, evento en el cual deposita muchas de sus esperanzas para su desenvolvimiento económico. De hecho, el sector de la construcción es uno de los que no ha dejado de aportar al PIB, pues el país está enfrascado en la inversión de obras públicas —que a su vez genera nuevas fuentes de empleo— con vistas a ese evento deportivo.
Entre las tristes cifras se encuentra el retroceso en 1,7 por ciento de la industria minera (uno de los sectores de tradicionalmente mayor impulso), algo fatal para una economía que ha dependido en gran medida de la producción minera y de los automóviles en los últimos años. Son dos de los sectores más afectados por el descalabro económico mundial.
Desde 2007, el sector viene en debacle y compañías productoras de platino como AngloPlatinum y Lonmin, entre otras, han echado a las calles a cientos de sus trabajadores, una vez que ha disminuido la demanda de esa materia prima. Igual ha ocurrido con el oro, cuya producción en 2008 tuvo su mayor caída desde 1922, al disminuir en un 13,6 por ciento.
La producción de diamantes corre la misma suerte. Según la consultoría Frost & Sullivan, los 15,8 millones de quilates producidos en 2008 no se repetirán, y estima que en 2011 el monto será 12 millones de quilates.
Como es de esperar, una de las primeras medidas tomadas por las compañías, principalmente mineras y automovilísticas, fue reducir sus plantillas. Hasta el momento, el desempleo en Sudáfrica es uno de los más altos del mundo: 23,5 por ciento. En el primer trimestre de este año, 208 000 sudafricanos han perdido sus puestos de trabajo y la cifra puede seguir disparándose porque los sectores más afectados son los que más aportan al PIB del país.
Pero los afectados no serán solamente los sudafricanos, sino también sus vecinos en la región, ya que la nación meridional genera, por sí sola, la cuarta parte del PIB de todo el continente y su más alto volumen de comercio; además de que es el mayor polo de atracción de muchos inmigrantes en el África austral que buscan allí un empleo.
La tormenta es grande. Y los truenos, más que atacar los bolsillos de los empresarios que hoy lloran porque ganan menos, caerán con mucha más fuerza sobre quienes en Sudáfrica sueñan con ir a una escuela, tener acceso a la salud, o salir de la extrema pobreza.