Casandra es una de los cientos de miles de jóvenes cubanos que sobresalieron durante la pandemia. Autor: Gerardo Mayet Cruz Publicado: 18/09/2020 | 03:58 pm
NUEVA GERONA, Isla de la Juventud.— Casandra Almira Maqueira es una de las muchachas que en este Municipio Especial recibirá la condición Jóvenes por la Vida, otorgada por la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en reconocimiento a su destacada labor durante la pandemia.
La Periodista, como la conocen sus coterráneos por su quehacer en el semanario Victoria, es pequeña de estatura, de mirada inquieta, andar ágil y verbo cuestionador. Ella tuvo la opción de quedarse en casa con sus hijos menores y acogerse al beneficio del 60 por ciento del salario, sin embargo eligió mantenerse trabajando, por compromiso con su profesión.
«Cuando se informó en marzo que ya en Cuba había COVID-19, todos estábamos atentos, pero cuando en abril se anunció el primer caso aquí, yo no podía creerlo: se habían adoptado todas las medidas en fronteras y, al menos yo, confiaba en que no llegaría a este territorio.
«Las personas ya comentaban en la calle y se percibía mucha incertidumbre, pero esperé la confirmación oficial todavía con la esperanza de que fuera solo eso: un rumor. Sin embargo, era cierto, y eso incrementó los niveles de preocupación, tanto en lo personal como en lo profesional.
«Entonces se rompió mi rutina diaria. Tengo dos hijos, una hembra de ocho y un varón de tres, y tuve que ajustar los horarios. Mi mamá me ayudó mucho, ya que mi esposo estaba asignado a trabajar en uno de los Consejo Populares complicados por la enfermedad, y éramos dos fuera de casa enfrentando el riesgo del contagio.
«El contexto se agravaba porque una de las particularidades de esta enfermedad es su alto por ciento de pacientes asintomáticos. Entonces nos enfocamos en cumplir cabalmente las medidas de higiene y bioseguridad donde estuviéramos, por nosotros y por la familia.
«Nunca entramos a la casa por la puerta principal, siempre por el patio, donde ya habíamos condicionado todo para quitarnos la ropa y asearnos hasta la saciedad. Los casos aumentaban y el peligro también, eso me presentó un gran dilema: me acogía al 60 por ciento y me quedaba en casa cuidando a los niños —algo que mi familia pedía a gritos—, o me incorporaba al trabajo.
«Opté por seguir trabajando. En primer lugar, por convicción, y en segundo, porque muchos de los compañeros del periódico Victoria no podían asumir esta etapa por vivir lejos de Nueva Gerona y ya el transporte estaba limitado. Quedarme en casa nunca fue una opción.
«Se trabajó mucho, casi sin descanso. El Consejo de Defensa Municipal nos asumió como parte de su equipo y recorrimos el territorio completo. Todos esos reportes, testimonios, crónicas… son parte de la historia pinera frente a la pandemia, y eso me enorgullece.
«Hoy en Isla de la Juventud llevamos más de cuatro meses sin manifestaciones del SARS-CoV-2 y seguimos sin descanso para evitar el rebrote. Por eso me disgusta que, a pesar de todo el empeño de muchas personas en el país por cuidar la salud colectiva, por mantenernos sanos, informados y orientados, todavía existan indisciplinados que echan por tierra ese esfuerzo.
«Como persona aprendí mucho de esta situación, y como periodista más: este es un oficio de constante aprendizaje, en el que la empatía, la responsabilidad, solidaridad y el compromiso que tenemos con la verdad se enriquece con cada historia que escribimos.
«Ser periodista nos permite aprender a evaluar mejor los escenarios para aportar a la toma de decisiones, y al mismo tiempo estimular las experiencias positivas. Además pienso que no solo se salvan vidas en las instituciones de salud, sino también en la mente y el corazón de las personas, y es ahí donde la prensa ejerce su mayor influencia. Nos toca a nosotros mantener una comunicación coherente, ágil, responsable e intencionada para seguir contribuyendo a salvar vidas del peligro de la COVID-19».