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Difícil garantía

Aymara Gómez González (Avenida 27 No. 12023, entre 120-B y 122, Marianao, La Habana) compró el sábado 15 de diciembre de 2012 un microwave, a 101,05 CUC, en una tienda perteneciente a Cimex del municipio capitalino de Playa, y con tres meses de garantía.

Y el viernes 11 de enero de 2012 en la tarde, al intentar calentar un plato de comida, se percató de que las teclas 3, 4, 9 (con los rótulos «cancelar», «pizza» y «papas fritas») no funcionaban. A esa hora no respondían al teléfono del taller de garantía más cercano (calle 41 entre 28 y 30, Playa), que resultó estar definitivamente cerrado.

Al otro día, ella intentó llamar a otros talleres de ese tipo, pero no trabajan los fines de semana, como lo hacen los de reparación de equipos en moneda nacional, que además atienden hasta las 7:00 p.m. Solo el lunes 14 pudo comunicar, pues el horario de atención —como indica el certificado de garantía en letra «ultramicroscópica»— es de lunes a jueves de 8:30 a.m. a 5:00 p.m. y el viernes solo hasta las 4:00 p.m. El mismo horario de trabajo de la cliente.

El jefe del taller de San Agustín —el más cercano disponible— le dijo que tenía que llevar el equipo por sus medios en el horario antes dicho, pues tampoco brindan el servicio de recogida, el cual es solo para determinados equipos. Y un microwave pesa.

Así tuvo que arreglárselas para llevarlo hasta el taller de Centro Habana —donde fueron más amables—, gracias al apoyo de sus compañeros de trabajo, y afectando el horario laboral.

Según le confirmaron, el taller de Playa no volverá a abrir y en su lugar habrá otra tienda. Considerando que una coyuntura parecida a la suya puede presentársele a otros, obligándolos a desplazarse largas distancias, Aymara cree que instalar allí dicha entidad «es menos necesario para la población de Playa, Marianao e incluso Vedado» —señala—, y pregunta: «¿En quién pensaron los que hicieron esta ley de garantía y sus servicios? ¿Cuál es la protección al cliente, si este tiene que arreglárselas como pueda para llevar su equipo nuevo, pesado, a un taller que no le queda cerca de la tienda? ¿Cómo garantizar que en la transportación su equipo no sufra más daños de los que ya tiene?

«¿Quién pensó en que ese cliente, un trabajador, puede tener un horario que cumplir? ¿Cómo se entiende que estas entidades tengan un horario tan limitado y no extiendan el servicio más allá de este? ¿Será que está pensado para quien no cumple una jornada laboral?».

Reconocen maltrato

El pasado 17 de enero, el lector Lázaro Calderón contaba que, como socio del Círculo Social Obrero Gerardo Abreu Fontán de la capital —por lo cual paga su cotización correspondiente—, el 28 de diciembre de 2012 quiso entrar al mismo y un custodio se lo negó, bajo el pretexto de que esperaban visita del Ministerio de Educación.

Lázaro lo consideró un soberano maltrato. No entendía que la susodicha visita necesitara todo el círculo; mucho menos que en días de vacaciones para los trabajadores de Educación el mismo cierre para atender una visita.

Al respecto, responde Pedro Fiallo, director general del Abreu Fontán, que el propio día de la publicación él visitó a Lázaro en su hogar, y lo invitó a que el 21 de enero se personara en el centro, con el objetivo de analizar el suceso ocurrido.

El 18 de enero —dice— se hizo un análisis con los dos custodios implicados en la historia. Y se comprobó que no se le brindó la información necesaria al cliente, pues el día de los hechos existían varias áreas del círculo contratadas; pero no implicaba que Lázaro no pudiera disfrutar del resto de las ofertas.

Reconoce Fiallo que el custodio que cerró el camino a Lázaro pudo haberse apoyado en el oficial de guardia o en un miembro del Consejo de Dirección del centro para aclarar cualquier duda. A consecuencia de ello, se generó una equívoca percepción y apreciación del trabajo de ese colectivo, señala.

Por ello, la dirección del Círculo se reunió con todos los trabajadores para explicarles lo sucedido y sensibilizar a los mismos en la importancia de garantizar, por sobre todas las situaciones, un buen trato a los asociados.

Destaca Fiallo la importancia de que cada trabajador se apoye más en el colectivo para ofrecer una mejor información al público. El suceso también motivó que se capacitara a los trabajadores que interactúan directamente con los visitantes mediante un curso de Atención al Cliente.

«Es preciso enfatizar —suscribe— que en el análisis del 21 de enero con el compañero Lázaro y el personal de nuestro centro, quedó claro que el procedimiento del custodio no fue el indicado, lo que generó malestar en el asociado».

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