Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

En la puerta de un hospital

No me cansaré de censurar el escándalo público. Es preocupante la impunidad con que se registran graves indisciplinas sociales, relacionadas con el irrespeto a la paz, la decencia y la tranquilidad ajenas, sin que en esos casos las autoridades correspondientes logren hacer cumplir las ordenanzas de la Ley.

Teresa Reyes González tampoco se resigna, y me escribe desde Callos III No. 819, primer piso, apto. 3, entre Plasencia y Retiro, Centro Habana, en la capital. Ella vive frente al hospital Freyre de Andrade (Emergencias) y cuenta que todas las madrugadas, después de las 2:30 a.m., se citan personas en la puerta de ese centro asistencial, supuestamente para conversar. Pero lo que arman allí son escándalos, palabrotas, fiesta y pachanga y osadas indecencias, que perturban al vecindario y a los propios pacientes del hospital.

«Qué horror estamos viviendo, refiere Teresa. ¿Cómo es permitido que violen el derecho a la tranquilidad ciudadana, y nada menos que en la puerta de un hospital. ¿Qué quieren probar, que son los dueños del mundo? Por favor, ruego que hagan respetar la paz de los enfermos, y de las personas que día a día cumplimos con nuestros deberes».

Escándalo en la escalera

Tormentos parecidos sufren los vecinos de la escalera 2 del Edificio A, carretera de El Caney, kilómetro 5 y medio, en el reparto Melo, El Caney, provincia de Santiago de Cuba, según testimonia en nombre de la colectividad uno de ellos: Gustavo Peraza.

Refiere el remitente que los residentes en las diez viviendas de esa escalera hace ya tiempo que vienen confrontando problemas, pues a la entrada del inmueble, se sientan en dos bancos, a cualquier hora del día o de la noche, numerosos jóvenes que alteran la paz y la tranquilidad del vecindario.

«Juegan dominó con un escándalo insoportable, apunta. Ya se les ha llamado la atención, pero ellos no entienden. A veces son las 12 de la noche y aún están conversando, fumando y riéndose, como si no viviéramos personas que debemos descansar y tener tranquilidad.

«Como se creen campeones de fútbol, se ponen a jugar dentro del área común del edificio. Y el extremo es que el 22 de diciembre pasado amanecieron letreros pintados a todo color en la entrada de la escalera, con textos como: Hip Hop, Las 26 Musas, Maniktop-Undergraf… y otros.

«Parece que ellos adoran el descontrol, las conductas revoltosas, las adicciones. Y sobre todo no viven en nuestro edificio, muchos son del Edificio B. Creemos que es tiempo de tomar al toro por los cuernos y, como decimos en buen cubano: ¿Quién será el que le pone el cascabel al gato? ¿Hasta cuándo vamos a seguir soportando la bulla y el desorden?».

Ambas historias son solo una muestra del relajamiento y la impunidad con que se trasgreden las normas de convivencia hoy, en ciertas zonas del país. Esa realidad ya no admite más esperas, porque son las personas decentes, trabajadoras y respetuosas las que más están sufriendo ese desboque.

El toro habrá que tomarlo por los cuernos entre todos. Y al gato habrá que ponerle el cascabel. De lo contrario, los transgresores nos impondrán definitivamente sus banderillas y se impondrá el caos. Pero en ese combate, los ciudadanos necesitan que la avanzada de la línea del frente la ocupen las autoridades correspondientes. El problema es más serio de lo que parece. Es la paz y tranquilidad de todos lo que está en juego.

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