Félix Báez Sarría. Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 06:41 pm
De entre tantos cubanos que festejan la rotunda victoria de Cuba (con el acompañamiento mundial) frente al bloqueo norteamericano, tal vez haya uno que se sienta más feliz que todos. En parte, porque nació en este archipiélago. También por su vocación heroica y humanista.
Este miércoles fue objeto de mención en el discurso de la representante permanente de Estados Unidos ante la Organización de Naciones Unidas, como un ejemplo de lo que ocurría cuando esta estructura funcionaba como debía ser y los países colaboraban entre sí.
Félix Báez Sarría pasó de médico a paciente de la noche a la mañana. A la estatura de héroe de quien integra la Brigada Médica Henry Reeve se le sumaron unos grados más cuando este hombre se curó del ébola y regresó a Sierra Leona para terminar la lucha que había empezado. Gracias a los esfuerzos mundiales, como resaltó Samantha Power, pero también por la enorme vocación de entrega que distingue al hombre y la mujer nueva en Cuba, a esos que ha formado la Revolución y que pueden andar por el mundo dando de sí sin gastarse, siempre creciendo hasta el infinito.
Junto a su esposa y su pequeña de tres meses nos recibió este especialista clínico que actualmente, a la par de su trabajo, realiza la Maestría en Infectología en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK). Ya abrazó a su hijo de tres años, dio vida a esta niña y ahora se adentra en un mundo de conocimientos que tiene que ver con su experiencia internacionalista, la misma que inició desde el 2005 cuando el Comandante en Jefe creó esa histórica Brigada y que acabará solo cuando las fuerzas no estén. Porque Félix siempre tiene las maletas del alma listas.
—¿Cómo valora los resultados de este miércoles en la votación contra el bloqueo en la ONU?
—No fue sorprendente que después de tanto tiempo de batalla de nuestros diplomáticos y de 24 años de votar en contra, Estados Unidos se abstuviera. Esto no es más que la expresión de que el aislamiento no ha dado resultado. Solo se habían aislado Estados Unidos e Israel, mientras la comunidad internacional estaba a favor de que se levantara el bloqueo que nos afecta por más de 50 años.
—¿Le sorprendió ser mencionado por la representante estadounidense en la ONU? ¿Qué opinión tiene de la historia que ella contó?
—Fue veraz y ajustada a la realidad, porque Estados Unidos colaboró con todo. Estuve muy grave en esos días y salí de Sierra Leona en un momento crucial en el que mis condiciones físicas habían empeorado ostensiblemente. Agradezco a la embajadora Samantha Power que haya hecho mención, no de mi nombre, sino de un cubano que estaba prestando un servicio humanitario en África, que necesitaba de nuestra ayuda y de la cooperación de todos los países.
«Cuando empezamos, ningún protocolo hablaba del abordaje al paciente. Se preconizaba brindar agua y cuidados simples. Eso nos disgustaba porque estamos acostumbrados a interactuar con los enfermos. Pero comenzamos a trabajar y desde el primer día les tendíamos la mano para ayudarlos a levantar. Eso marcó la diferencia de una conducta meramente expectante, a una activa que podía salvar vidas.
«Trabajamos codo a codo con muchas organizaciones no gubernamentales, entre ellas la británica Save the Children y los norteamericanos de la Partners In Health y su director Paul Farmer. Todo fue basado en el respeto mutuo. No se tomaba una decisión que no se colegiara. La unión de las fuerzas estadounidenses y las nuestras dio muy buenos resultados, se mostró que podíamos trabajar juntos».
—Además de las razones objetivas que mencionó Samantha Power sobre su regreso a Sierra Leona, ¿por cuáles otros motivos lo hizo?
—En Cuba nos formamos como médicos para la humanidad. No solo para servir a Cuba, sino a los pueblos desposeídos. Eso nos enseñaron desde pequeños y en la carrera, pues los mejores graduados iban a prestar el servicio en los lugares más difíciles de nuestro país, como parte de la vocación humanista que nos ha enseñado nuestro Comandante en Jefe.
«Él tuvo la brillante idea de formar al médico cubano, un médico de la sociedad revolucionaria, del socialismo cubano, el nuevo médico de estos tiempos. Y tuvo la gran iniciativa de crear la Brigada Henry Reeve, que es, como decimos, de respuesta rápida, porque se organiza en menos de 24 horas y parte a cumplir misión en cualquier lugar del mundo por difíciles que sean las condiciones.
«Regresé a Sierra Leona por convencimiento y porque hacía falta allí. Mis compañeros me aclamaban y desde el primer momento dije que volvería. Lo volví a repetir cuando estaba en Ginebra, casi en un coma ligero».
—¿Qué podría destacar del tratamiento recibido en Ginebra y qué rol desempeñó Cuba en su atención?
—El costo de la atención médica de un paciente enfermo de ébola en un país del Primer Mundo es altísimo; solo determinadas naciones contaban con esa atención. No había disponibilidad para una epidemia a gran escala. Los tratamientos eran muy limitados.
«En mí se usó experimentalmente el ZMapp, un anticuerpo monoclonal producido en Canadá. Ese medicamento estaba en Ginebra cuando yo llegué; fueron a buscarlo para ponérmelo. La atención allí fue inmejorable. Lo fundamental, además de su esfuerzo y el modo en el que estuvieron conmigo las 24 horas del día, fue el cariño, y el no tratarme como a un infectado. Ese era nuestro modo de atender en Sierra Leona.
«En Cuba los primeros en enterarse, además de las autoridades, fueron mis familiares, pues se les puso al corriente de todo y se brindaron las facilidades para que se comunicaran conmigo. Se me dio tanta importancia que me enviaron al profesor Jorge Pérez, director del IPK y considerado una institución cubana en las enfermedades infecciosas tropicales.
El doctor Félix junto a su familia y el profesor Jrge Pérez, a su llegada a Cuba. Foto: Roberto Suárez
«Su aparición en Ginebra fue de vital jerarquía. Me quedé sorprendido cuando lo vi a las tres de la mañana por el cristal. Le pregunté: “¿Y usted qué hace aquí?”. Y él me dijo: “Me mandaron a cuidarte, atenderte o lo que hiciera falta”. Eso me reconfortó mucho y me hizo sentir lo importante que era en ese momento para el país».
—¿De qué modo el bloqueo ha afectado a la Brigada Médica Henry Reeve?
—Allí estuvimos en hoteles pero no teníamos forma de pagar nuestra alimentación y alojamiento porque el bloqueo llegaba hasta allá. Como mencionó nuestro Canciller, un banco británico no nos podía pagar en dólares porque el cerco financiero no lo permitía y estuvimos días sin pagar. Finalmente, se emitieron licencias por parte del Departamento del Tesoro y se nos pudo pagar esa dieta que contribuía a nuestro alojamiento y comida, pues pedimos condiciones indispensables como una habitación para descansar, debido a que las jornadas de trabajo eran tan agotadoras que se perdía alrededor de un litro y medio de líquido cada vez que se atendía a un paciente. Tenías que estar en óptimas condiciones físicas para entrar a trabajar porque podías desmayarte allí mismo.
«Hemos salido a las misiones en nuestros propios vuelos, con todos los gastos a cargo del Gobierno cubano. Cuba fue el primer país que puso 255 hombres de manera oficial a trabajar allí, lo demás fueron organizaciones no gubernamentales, con capital y personas».
—¿Cuánto se limita su trabajo cotidiano como médico a causa del bloqueo?
—En el IPK tenemos acceso a los antirretrovirales genéricos. Pero hay otros medicamentos que se producen y son más caros, más efectivos y con menos efectos adversos. Estamos accediendo ya a una tableta que se toma una sola vez al día (antes los pacientes con VIH tenían que ingerir a veces hasta 30 o 40 tabletas al día). Esto ha mejorado con el tiempo, pero hemos llegado tarde, en cinco o seis años después de que todo se inventa, pues tenemos que esperar a que los productos se hagan en otros países y los podamos comprar, o adquirir la materia prima.
«Estudios imaginológicos como la tomografía axial computarizada y la resonancia magnética requieren equipos muy caros. Cuando se rompen, el bloqueo limita su reparación y el paciente tiene que esperar, en detrimento de su calidad de vida».
—Como médico, como cubano y como ese político que llevamos dentro, ¿qué espera respecto a las relaciones entre Cuba y Estados Unidos?
—Ellos no han podido vencernos con la asfixia económica y van a buscar otra manera de penetrarnos, tratando de actuar sobre la juventud y otros sectores. Ahí es donde tenemos que fortalecer, como dijo Fidel, la batalla de ideas. Para demostrar que nuestra sociedad es más justa, es posible y que hasta ahora hemos resistido, seguiremos resistiendo y seguiremos siendo socialistas. No nos van a poder vencer».